El poder de las emociones para anular el pensamiento racional

¿Cómo es que usted sabe completamente que no todos conducen con precaución y consideración, pero aún espera que lo hagan? ¿Cómo es que todavía espera que su cónyuge sea frugal cuando hace las compras, a pesar de que diez años de historia juntos le dicen lo contrario? Y, lo que hace que esperes rígidamente la perfección de ti mismo, ser humano significa que cometemos errores, tenemos debilidades y sufrimos.

La respuesta a cada una de estas preguntas se encuentra en la "lógica infantil", un término que he acuñado para describir la lógica que está secuestrada por la emoción. Utilizo este término sin ningún intento de menosprecio. Más bien, enfatiza que independientemente de la edad o la inteligencia, a veces nos involucramos en el pensamiento mágico asociado con el desarrollo anterior. Tal lógica alimenta expectativas poco realistas y aumenta el potencial de ira destructiva. Es como si el cerebro emocional y el cerebro racional no se comunicaran efectivamente entre sí. Si las emociones anulan la lógica o el cerebro racional no está preparado para corregir el aumento de la emoción. El resultado es juicio deteriorado.

Como alguien que ha pasado años estudiando el enojo y ayudando a la gente a manejarlo de manera constructiva, he visto el impacto destructivo de las expectativas sostenidas por tal razonamiento. Todos somos culpables de esta distorsión mental, algunos más que otros.

La ira proviene de sentir una amenaza y alguna forma de dolor interno, como miedo, ansiedad, vergüenza, desesperanza e impotencia. Es comprensible que este conductor nos excite un poco y nos corte bruscamente. Del mismo modo, podemos sentir nuestra seguridad financiera amenazada por la falta de frugalidad de nuestro socio. Y ciertamente, podemos estar decepcionados con nosotros mismos cuando no logramos nuestros objetivos. Pero la incapacidad de ser realistas en nuestras expectativas marca la diferencia entre tener sentimientos como la decepción y la tristeza, y experimentar una ira intensa.

Con demasiada frecuencia, la lógica infantil infunde nuestras expectativas con emociones enraizadas en nuestros deseos y esperanzas, insuficientemente domesticados por los hechos de la realidad. Es la lógica infantil la que respalda creencias tales como: "La vida debería ser justa", cuando "La vida simplemente es"; que los buenos esfuerzos siempre producen recompensas, cuando a veces no; y que deberíamos poder controlar todos los aspectos de nuestras vidas. En efecto, es la lógica infantil la que a veces puede convencernos de que siempre debemos obtener lo que queremos, que los demás deben actuar como creemos que deberían hacerlo, y que no deberíamos tener que sufrir, aunque todos suframos.

Bernard Golden
Fuente: Bernard Golden

El impacto de la lógica infantil también prevalece en el ciclo electoral actual. Las personas en cada una de las partes muestran una gran ira y resentimiento hacia los candidatos opuestos. Además, otros experimentan enojo hacia el candidato seleccionado por su propio partido. Existen motivos válidos para que el electorado experimente enojo con respecto a la desigualdad de ingresos, la injusticia racial, las amenazas de terrorismo y las deficiencias del gobierno. Comprensiblemente, estos eventos crean una sensación de amenaza y otras formas de angustia interna que pueden incluir miedo, ansiedad, impotencia y desesperanza. Sin embargo, mantener rígidamente expectativas poco realistas solo intensifica el potencial de ira destructiva, cuando no están satisfechos.

Inconscientemente, como socios en un matrimonio que se ha agriado, muchas personas tienen el reto de mirar más allá de sus propios intereses inmediatos. La intensidad de la ira y la forma en que se expresa se debe, en parte, al hecho de que algunos de los electores saben que el compromiso es esencial para una democracia, pero sienten que no debería ser así. Y, sin embargo, mantener esta expectativa es inconsistente con un gobierno democrático que funcione.

Dejar ir las expectativas poco realistas no significa la aceptación pasiva de lo que es. Puede implicar el reconocimiento de que ciertas expectativas son aspiracionales en lugar de alcanzables. O, dejarlo ir puede liberarnos para considerar estrategias alternativas para aumentar la probabilidad de su satisfacción.

Desarrollar expectativas más realistas en nuestra vida diaria requiere una pausa para la reflexión. Es necesario ser conscientes de cuándo nos aferramos demasiado rígidamente a ellos a pesar de una realidad que nos recuerda que no pueden estar satisfechos. Requiere que distingamos entre lo que realmente necesitamos y lo que deseamos. Y, con demasiada frecuencia, exige darse cuenta de cómo la ira puede interferir con la voluntad de participar en dicha reflexión.

La capacidad de reconocer cuándo la lógica infantil influye en nuestras expectativas es esencial para desarrollar la resiliencia, un componente clave del bienestar. La resiliencia es una fortaleza que nos permite recuperarnos de las consecuencias adversas. Consiste en reconocer cuándo nuestras expectativas están excesivamente influenciadas por esperanzas y deseos. La resiliencia depende mucho de la flexibilidad del pensamiento para dejar de lado ciertas expectativas, cuando reconocemos que no tenemos control sobre su satisfacción. Ciertamente, esta no es siempre una tarea fácil. Implica el duelo y el duelo, al tratar con una sensación de pérdida que a menudo nos lleva a la tristeza y la decepción en lugar de la ira.

Algunos sugieren que no tener expectativas es la única forma de evitar decepciones. Sin embargo, esta actitud parece ser a la vez pesimista y una negación de una tendencia muy humana. Más bien, la verdadera amenaza planteada por el mantenimiento de las expectativas es cuando nos aferramos a ellas y cuando están demasiado influenciadas por la lógica infantil. El desafío para cada uno de nosotros es estar atentos cuando esto ocurre, ya que estas dos condiciones forman la base de la ira destructiva.