Evitar verdades incómodas cuando simplemente no queremos saber

Los nuevos datos muestran que evitamos hechos que entran en conflicto con nuestros sentimientos

Cuando se accede fácilmente a la información y no nos cuesta nada, ¿por qué la ignoramos? Los nuevos datos [1] de un estudio de conflicto intuitivo-deliberativo -denominados más coloquialmente como el debate cabeza contra corazón- identifican este conflicto como el impulsor clave de la evitación de la información; en otras palabras, actuamos de manera que sea más fácil proteger nuestra preferencia intuitiva ignorando la lógica, la razón o los datos que podrían influir en nosotros para pensar o actuar de manera diferente. Nuestros instintos pueden ser correctos o incorrectos en términos de lo que es mejor para nosotros, pero a menudo nos guían a lo que a veces parece ser una ignorancia voluntaria. Y la prevención de la información es mayor antes de tomar una decisión, cuando la información es más relevante, que después, cuando ya no importa.

Piensa en la última vez que fuiste tentado por una barra Dove. ¿Miraste los ingredientes en la etiqueta? Probablemente no, y probablemente intencionalmente. Un delicioso postre figura en una de una serie de experimentos llevados a cabo con más de 750 adultos por investigadores de la Universidad de Cornell y la Universidad de Chicago; como se predijo, los participantes ignoraron el conteo de calorías, que se mostró claramente. Otro experimento probó si las personas evitarían aprender más acerca de una tarea aburrida que podría generarles una compensación para poder hacer algo más agradable; una vez más, la investigación probó que desconectarían la información. En un ejercicio diferente, los investigadores descubrieron que no solo la evitación es más común cuando una preferencia intuitiva es muy fuerte, sino que es más fuerte justo antes de que se promulgue la preferencia y se tome la decisión. El estudio explica mucho acerca de por qué los hechos no importan tanto como los sentimientos, y por qué es tan difícil cambiar las mentes de las personas con información que contradice lo que sus instintos les dicen que no es verdad o que no importa.

El estudio concluyó que las personas evitan la información que podría alentarlos a reconsiderar su preferencia intuitiva más atentamente; lo hacen para proteger sus sentimientos “intestinales”, lo que facilita actuar de acuerdo con ellos. En otras palabras, cuando el corazón quiere lo que quiere el corazón, es difícil convencerlo de que preste atención a la información sobre por qué no debe actuar según sus preferencias. Queremos información que confirme nuestros sentimientos, no conflictos con ellos.

Investigaciones previas han demostrado que las personas evitan ciertos tipos de información por diferentes razones. Ya sea que no desee saber hechos sobre su relación que puedan precipitar una ruptura, o datos médicos que podrían hacer que cambie su comportamiento, la motivación para evitar la información es evitar tomar una decisión. Las personas evitan la información que desafiaría una visión del mundo importante, o porque anticipan que causará sentimientos dolorosos como la culpa u otras emociones negativas. Lo que es diferente y valioso de la investigación actual de estudios previos sobre las motivaciones para evitar la información, que se analiza exhaustivamente en el trabajo de Woolley y Risen, es que requería que las personas tomaran decisiones independientemente de si evitaban o no la información; tenían que elegir activamente una decisión informada o desinformada.

Lo más interesante de esta investigación es qué tan aplicable es en una sociedad donde la información es tan omnipresente que cuesta mucho decidir qué ocultar o ignorar, y mucho menos asimilar. Los políticos ganadores son buenos para captar los instintos de los votantes, mientras que aquellos cuyos la apelación es a la razón y la lógica a menudo no capta su atención. Y lo que estos datos importantes confirman es lo que la política deja en claro en este momento: que las personas generalmente piensan con sus creencias y valores en vez de sobre ellos, y que a todos nuestros poderes humanos de razón, intelecto y lógica, a menudo prestamos más atención a nuestros sentimientos

Referencias

[1] Woolley, Kaitlin, Risen, Jane L. Revista de Psicología Personal y Social, vol. 114 (2) febrero de 2018