¿Necesitamos un enemigo común?

Los enemigos pueden llenar necesidades importantes en nuestras vidas.

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La polarización política en los Estados Unidos es más alta que nunca. La gente está más dividida sobre los temas que nunca, y los demócratas y los republicanos se niegan cada vez más a participar con sus oponentes políticos o sus ideas.

Sin embargo, no está claro si la polarización política es un problema que realmente queremos resolver. Nuestros oponentes políticos pueden estar llenando necesidades importantes en nuestras vidas, dándonos chivos expiatorios a los culpables, enemigos comunes a los que unir, y una causa simplificada detrás de problemas complejos.

Un estudio reciente descubrió que los enemigos pueden brindarnos consuelo ante la incertidumbre. Los psicólogos sociales Daniel Sullivan y sus colegas descubrieron que cuando presentaban a los participantes un pasaje que describía al gobierno y la estructura económica de los Estados Unidos como caótico y desordenado, las personas estaban más dispuestas a atribuir una mayor influencia a un enemigo en su vida. En un estudio de seguimiento, los investigadores encontraron que presentar a las personas información sobre un enemigo poderoso como Al-Quada aumentó las percepciones de la gente sobre el control percibido.

En lugar de creer que las cosas malas suceden sin ninguna razón, los enemigos nos dan un sentido de control, lo que nos permite atribuir cosas malas a una causa clara que puede ser entendida, contenida y controlada.

Los enemigos comunes también pueden servir para unir a las personas. Después del 11 de septiembre, muchos estadounidenses informaron que sentían una mayor sensación de unidad y patriotismo. Se sentían como si pudieran ignorar las divisiones a través de las líneas del partido y unirse contra un enemigo común. Y los enemigos comunes hacen que las amistades se hagan más fuertes. Un estudio descubrió que es más probable que las personas se vinculen por un desagrado compartido, en lugar de un cariño compartido, de un tercero. Denigrar a un enemigo también puede aumentar nuestra autoestima al hacer que nosotros y los grupos con los que nos identificamos parezcan mejores en comparación.

El psicólogo social Roy Baumeister ha advertido contra la posibilidad de sucumbir ante el mito de la “maldad pura” o la creencia de que el mal proviene de enemigos sádicos que representan la crueldad contra villanos inocentes. La realidad de lo que percibimos como “mal” a menudo es mucho más complicada que esto. Por ejemplo, las acciones que nuestro propio lado ve como mal pueden ser percibidas por el otro lado como motivadas por el amor y la empatía. Un estudio encontró que mientras tanto los demócratas como los republicanos piensan que su propio lado está motivado por el amor a su propio partido, creen que sus oponentes políticos están motivados por el odio hacia el otro partido.

Pero, el mito del mal puro puede estar cumpliendo funciones existenciales importantes, evitando los sentimientos de falta de sentido. En un estudio, el psicólogo Clay Routledge presentó a los participantes un ensayo filosófico que describía la vida humana como algo sin sentido e insignificante. Algunos participantes que leyeron este ensayo tenían más probabilidades de atribuir actos crueles a las fuerzas del “mal mágico”, creyendo que las personas simplemente nacen malvadas o tienen almas oscuras.

Al buscar formas de curar nuestra brecha política, debemos considerar las funciones potenciales a las que podría servir esta brecha. Nos puede dar una sensación de comodidad y significado para poder hacer distinciones claras entre amigos y enemigos, saber a quién culpar y saber por qué luchamos.

Las intrincadas divisiones políticas no solo van a desaparecer, especialmente en tiempos de desorden, cuando encontramos consuelo al simplificar nuestro complejo mundo y culpar a un enemigo todopoderoso. Los esfuerzos para reducir la polarización política deben reconocer que nuestras divisiones pueden estar satisfaciendo necesidades importantes, y que debemos encontrar otras formas de satisfacer estas necesidades si realmente queremos reducir el conflicto.