Si creció con una madre no amorosa o si tuvo un padre que creía que los niños deberían ser vistos y no escuchados, no cabe duda de que las experiencias de su infancia tuvieron una gran influencia en su vida.
Incluso si tuvo la suerte de crecer en un hogar lleno de amor, hay muchas posibilidades de que tenga algunos recuerdos que no le gustan demasiado. Quizás tus padres esperaban que fueras perfecto. O tal vez tus padres te amaron pero nunca te dieron las habilidades que necesitabas para tener éxito.
No hay tal cosa como una infancia perfecta. Y aunque algunas de sus luchas pueden haberlo ayudado a crecer más fuerte, otras pueden haber dejado cicatrices emocionales duraderas.
A medida que creciste, desarrollaste creencias fundamentales que influyeron en todo, desde cómo interpretaste tus circunstancias hasta las elecciones que hiciste.
Pero, ¿qué parte de la disfunción familiar y la angustia de la infancia se relacionan con sus luchas actuales? ¿Sus problemas de autoestima provienen de los comentarios críticos que su madre solía hacer sobre su apariencia? ¿Puedes rastrear tus problemas de ansiedad hasta el medio, el momento en que tus padres comenzaron a presionarte para que seas un esforzado?
A veces, no se necesita demasiada imaginación para conectar los puntos entre su agitación actual y las experiencias de la infancia que lo iniciaron en ese camino.
Si alguna vez culpaste a tus padres por tus cicatrices psicológicas, no estás solo. Muchas personas están bastante seguras de que sus padres están en la raíz de sus problemas psicológicos.
Un estudio de 2013 publicado en PLOS One examinó el modelo biopsicosocial de la salud mental. Esta teoría se basa en la idea de que los problemas de salud mental se derivan de una combinación de factores:
Los investigadores querían ver más de cerca por qué algunas personas salen de una infancia difícil relativamente indemnes, mientras que otras experimentan consecuencias de por vida.
Descubrieron que el factor más importante que influía en la capacidad de recuperación de una persona eran sus procesos psicológicos. Las personas que se culparon a sí mismas, culparon a sus padres o se preocuparon por sus experiencias negativas tuvieron más probabilidades de experimentar problemas de salud mental después de experiencias adversas.
Eso no quiere decir que sus problemas psicológicos no se derivan de sus experiencias de la infancia. Pero aquellos que culparon a sus padres de sus circunstancias actuales experimentaron tasas más altas de enfermedad mental. Cuando las personas cambian su forma de pensar, sus problemas psicológicos mejoran.
Si bien puede ser saludable buscar explicaciones sobre por qué te enfrentas a ciertos problemas, no pongas excusas. Aquí está la diferencia:
La buena noticia es que, a pesar del tipo de infancia que tuvo, puede aprender maneras más saludables de pensar, sentir y comportarse. Y el primer paso para desarrollar fortaleza mental podría ser evitar culpar a tus padres por tus problemas actuales.
Si tiene problemas para lidiar con algo de su infancia, o incluso algo que ocurrió durante su vida adulta, busque ayuda profesional.
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