¿Puedes hacerte como algo?

El papel del mero efecto de exposición en la conformación de nuestros gustos.

El mero efecto de exposición se refiere al hallazgo bien establecido de que las personas evalúan un estímulo (una cosa o un evento) más positivamente después de la exposición repetida a ese estímulo que los estímulos nuevos. En otras palabras, la familiaridad conduce al gusto. Muchas de las experiencias sensoriales (p. Ej., Café o música) con exposición repetida pueden ser cada vez más placenteras. Sin embargo, una mayor exposición a los estímulos puede resultar en la habituación o menos gusto con el tiempo.

El trabajo del investigador Robert Zajonk (1923-2008) ha demostrado que la exposición repetida a un individuo conduce a una mayor afición por esa persona sin ningún conocimiento cognitivo. Podemos amar sin ser conscientes de ello. Por ejemplo, si adopta un bebé, su apego será tan fuerte como para un niño no adoptado.

¿Cuál es el poder de la familiaridad que hace que las personas sean más atractivas? Una explicación es que el aumento de la familiaridad reduce la incertidumbre. Porque las caras familiares tienen un contenido de poca información. Caras familiares nos permiten bajar la guardia. Esto explica las reacciones negativas de las personas hacia los inmigrantes, que parecen ser más difíciles de procesar que los nativos (miedo a lo desconocido).

Otra explicación es que las exposiciones repetidas pueden considerarse como una forma de condicionamiento clásico que puede aumentar el gusto por los estímulos a través de un proceso de condicionamiento. Por ejemplo, cuanto más a menudo ve a un compañero de trabajo, más simpática parece ser esa persona. Escuchará a la gente decir: “él está creciendo en mí”. Por lo general, nos sentimos más cálidos hacia las cosas que encontramos una y otra vez.

Sin embargo, las personas atribuyen erróneamente este aumento en la exposición a cierta calidad positiva sobre el estímulo en sí. La exposición repetida genera una cierta fluidez de procesamiento (es decir, una medida de lo fácil que es pensar en algo) que puede resultar en un mayor juicio de atracción. El procesamiento de estímulos familiares es más rápido que el procesamiento de estímulos desconocidos (Reber, et al., 2004). La fluidez de procesamiento se experimenta como placentera. Albert Einstein se atribuye a decir: “Si no puedes explicárselo a un niño de seis años, no lo entiendes tú mismo”. Hay una belleza en la simplificación.

El sesgo por lo que es familiar es el factor más importante para explicar las diferencias en el gusto por las cosas. A la gente le gusta más lo que es más familiar. Por ejemplo, cuantos más oyentes escuchan una pieza musical, más les gusta (Margulis, 2014). Las principales marcas saben que la reproducción frecuente es la clave para el éxito de las ventas de discos.

El poder de la exposición repetida no se limita a la música. El mero efecto de exposición explica la adquisición de gusto por la comida picante por parte de los niños mexicanos. Estos niños están expuestos a comidas picantes en el contexto de las comidas que consumen los adultos. Los entornos sociales en los que los niños crecen les permiten desarrollar un sentido de cómo deben saber los alimentos. Los niños están más dispuestos a probar y aceptar en sus dietas los alimentos que han visto comer a otros. De manera similar, los niños son capaces de apreciar nuevos alimentos saludables si se exponen con suficiente frecuencia (De Cosmi et al., 2017).

En muchos casos, la familiaridad inicialmente aumenta el placer, pero finalmente lo reduce. En otras palabras, la relación entre exposición y disfrute no es lineal. Esta relación refleja la interacción de dos deseos opuestos, el efecto positivo de seguridad aprendido por un lado y una aversión al aburrimiento por el otro.

También es posible que la familiaridad genere desprecio (Noton, et al., 2007). En el contexto de una relación, más información sobre otros lleva, en promedio, a menos agrado. Al primer contacto, los individuos leen a los demás lo que desean y encuentran evidencia de similitud, lo que lleva a gustar. Sin embargo, con el tiempo, a medida que se descubre la disimilitud, disminuye la simpatía. En resumen, la ambigüedad (carecer de información sobre otro) conduce a la simpatía, mientras que la familiaridad puede generar desprecio. Los expertos dicen que “jugar duro para conseguir” es la estrategia más efectiva para atraer a una pareja, especialmente en el contexto del amor a largo plazo (o el matrimonio) en el que una persona desea estar segura del compromiso de su pareja. A un jugador “difícil de conseguir” le gusta aparecer ocupado, crear intriga y mantener a los pretendientes adivinando. Como señaló Proust, “la mejor manera de hacerse buscar es ser difícil de encontrar”.

Referencias

De Cosmi V, Scaglioni S, Agostoni C. (2017) Experiencias de degustación temprana y opciones de alimentos posteriores. Nutrientes 4; 9 (2).

Margulis Elizabeth (2014). On Repeat: How Music Plays the Mind (Oxford University Press.

Norton MI, Frost JH, Ariely D (2007), Menos es más: el atractivo de la ambigüedad, o por qué la familiaridad genera desprecio. J Pers Soc Psychol; 92 (1): 97-105.

Reber, R., Schwarz, N. y Winkielman, P. (2004). La fluidez de procesamiento y el placer estético: ¿es la belleza en la experiencia de procesamiento del perceptor? Personalidad y revisión de la psicología social, 8, 364-382.

Zajonc RB (2001). Exposición mera: Una puerta de entrada a lo subliminal. Direcciones actuales en la ciencia psicológica. 10 (6): 224–228.