Se tu propio Heroe

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Fuente: gibbysocks / pixabay

Linda: Vivimos en un mundo en el que las personas se definen e identifican e incluso se valoran de acuerdo con los grupos a los que pertenecen. Estas caracterizaciones se basan en factores como el color de la piel, las preferencias sexuales, las creencias religiosas, el sexo, la edad, la afiliación política, el estado financiero y la nacionalidad, por nombrar algunos.

La tendencia a formar y fijar creencias sobre otros sobre la base de estos factores arbitrarios parece haber llevado a muchos de los problemas más difíciles de nuestro planeta. Una vez que decidamos que estas diferencias son significativas, es casi inevitable que proyectemos distintos grados de valor en cada grupo. Enfatizar nuestras diferencias más que el terreno común que todos los seres humanos comparten, automáticamente pone en juego un proceso que es intrínsecamente divisivo, competitivo y, en última instancia, destructivo.

La tendencia a hacer esto parece tan profundamente arraigada en nuestra especie que la mayoría de nosotros damos por hecho este proceso, suponiendo que así es como siempre ha sido y siempre ha sido la gente. Podemos sentirnos agradecidos si estamos afiliados a grupos a los que se les asigna un estatus social más elevado y, por lo tanto, "privilegiados", así como podemos sentirnos inferiores o resentidos si nos identificamos con grupos de menor estatus.

Este proceso no es natural ni inevitable. Es, como cualquier otro patrón repetido, un hábito que hemos adquirido y reforzado como un medio para sentirnos seguros en la seguridad del grupo con el que estamos identificados. Se necesita coraje e integridad para arriesgarse a estar solo en presencia de nuestra propia verdad. El "héroe" no es necesariamente alguien que rescata a las víctimas inocentes de la persecución o el peligro, sino alguien cuya vida es una encarnación de integridad y respeto universal y que no está limitada por el condicionamiento cultural.

Albert Einstein habló sobre este tipo de respeto cuando escribió: "Un ser humano es parte del todo llamado por nosotros 'universo', una parte limitada en tiempo y espacio. Se experimenta a sí mismo, a sus pensamientos y sentimientos como algo separado del resto, una especie de ilusión óptica de la conciencia. Este engaño es una especie de prisión para nosotros, que nos restringe a nuestros deseos personales y afecto por algunas personas más cercanas a nosotros. Nuestra tarea debe ser liberarnos de esta prisión ampliando nuestro círculo de compasión para abrazar a todas las criaturas vivientes y a toda la naturaleza en su belleza ".

La tarea de liberarnos de nuestra prisión perceptiva es un desafío apremiante y a veces desalentador. Al asumirlo, descubrimos que no estamos solos en nuestra búsqueda de compasión y respeto hacia nuestro universo. Al comprometernos con este compromiso, no solo comenzamos a ver cuántos otros están compartiendo el camino del despertar con nosotros, sino que nuestros propios esfuerzos iluminan posibilidades que otros quizás no hayan visto antes. La elección de liberarnos a nosotros mismos es a la vez personal y socialmente transformadora. El regalo más grande que podemos dar a los otros seres que comparten este extraordinario planeta con nosotros es el regalo de nuestra propia liberación.