Auténtica autoestima y bienestar, Parte IV: Ventajas

Las dos funciones de la autoestima.

La autoestima auténtica proviene de enfrentar los desafíos de vivir de manera que sean dignos de un adulto maduro y que funcione plenamente. Nos “sentimos bien” porque “hacemos el bien”, por así decirlo. Las dos funciones de una autoestima saludable nos ayudan a alcanzar y mantener un sentido de bienestar de dos maneras (Mruk, 2018, 2013).

La función autoprotectora o amortiguadora de la autoestima

Los investigadores a menudo hablan de dos maneras en que la autoestima saludable funciona cuando se enfrentan a los desafíos de la vida. Una función es protegerse a sí mismo bajo estrés, lo que ayuda a un individuo a mantener su sentido de estabilidad e identidad durante tiempos personales o interpersonales difíciles. Los factores estresantes como la ansiedad, la decepción o el fracaso, por ejemplo, a menudo nos hacen cuestionar nuestras habilidades o competencias como persona. El rechazo, la traición y la soledad tienen un efecto similar en nuestro sentido de valía. La autoprotección o “función amortiguadora” de la autoestima actúa como un escudo diseñado para evitar estas y otras hondas y flechas de la vida, tanto pequeñas como grandes.

Los que tienen una autoestima alta y saludable, que yo llamo auténtica autoestima, son capaces de lidiar con estos contratiempos más fácilmente. Por supuesto, seguirán sufriendo y luchando, pero la autoestima genuina o auténtica ayuda a las personas a recuperarse más rápidamente. En otras palabras, la autoestima auténtica nos hace más resilientes.

Aquellos con baja autoestima o defensiva son mucho más vulnerables a los reveses personales o interpersonales porque un escudo más débil o más frágil ofrece menos protección. Incluso puede agrietarse. Tal evento amenaza la identidad de uno, lo que puede contribuir a la depresión comúnmente asociada con una baja autoestima. Aquellos con autoestima frágil o defensiva suelen ser más reactivos porque su autoestima es más inestable. En consecuencia, pueden responder a estas amenazas de manera más agresiva en un intento de eliminarlas. La mayoría de nosotros hemos conocido a personas que “actúan” o “actúan” de estas dos formas cuando su sentido de identidad se ve amenazado.

La mejora o función de crecimiento de la autoestima

La segunda función de la autoestima se denomina función de mejora o crecimiento, porque desempeña un papel importante en el fomento del desarrollo y, por lo tanto, del bienestar. La persona sana desea expandir sus posibilidades personales e individuales en la vida para hacerla más emocionante, satisfactoria o significativa, que es un proceso que a menudo se denomina actualización. Sin embargo, hacerlo siempre implica tomar riesgos personales o interpersonales.

El gran psicólogo humanista Abraham Maslow vio la conexión entre la autoestima y la actualización o el bienestar en términos de una etapa en su famosa jerarquía. Esta forma de ver la autoestima significa que es algo con lo que debemos lidiar en un momento determinado de la vida. Aquellos que afrontan el desafío adquieren un sentido positivo de sí mismo que hace que sea más probable llegar a la siguiente etapa. Aquellos que no suelen enfrentar un momento más difícil en la vida, porque carecen del sentido de competencia y la dignidad necesaria para actualizar su potencial único como individuos. Sin embargo, Maslow no fue el único psicólogo humanista importante que entendió el valor de la autoestima.

Carl Rogers vio la autoestima como una fuerza más constante y activa que afecta la vida cotidiana, porque la autoestima nos motiva a tomar los riesgos necesarios para crecer a lo largo del ciclo vital. Ya sea lidiar con una limitación personal, tratar de alcanzar una meta honorable o simplemente comenzar una relación (sin mencionar la profundización de una), asumir riesgos implica estrés, porque no hay garantías en la vida. Las cosas malas pueden y le suceden a las personas buenas. Aquellos con un sentido de competencia con respecto a sus habilidades están en una mejor posición para tener éxito al tomar riesgos. Las personas que ya han demostrado su mérito como persona saben que, aunque no sea divertido, el rechazo no significa que no valgan la pena. En consecuencia, la autoestima auténtica es un factor de crecimiento, uno de los más importantes, para el bienestar.

La paradoja de la autoestima

Al principio, las dos funciones de la autoestima pueden parecer contradictorias. Después de todo, se supone que uno debe protegernos de los eventos o sentimientos negativos y amortiguar el estrés que generan. ¡El otro realmente aumenta asumiendo los riesgos que pueden llevar a tales cosas en primer lugar! Entonces, ¿en qué sentido funciona realmente la autoestima? La respuesta es ambas. En las personas sanas, las funciones protectoras y de mejora de la autoestima en realidad trabajan juntas para aumentar tanto la resistencia a los reveses como el bienestar.

Algunas personas llaman a esta característica la paradoja de la autoestima (Bednar, Wells y Peterson, 1989) porque una paradoja involucra fenómenos aparentemente contradictorios que ocurren al mismo tiempo o lugar. Sin embargo, las dos funciones en realidad se complementan entre sí. La función de expansión juega un papel importante al motivarnos a asumir los riesgos necesarios para crecer, mientras que la función de protección está lista para ayudarnos a obtener resultados negativos. En otras palabras, una autoestima saludable significa tener lo mejor de ambos mundos.

Referencias

Bednar, R., Wells, G., y Peterson, S. (1989). Autoestima: paradojas e innovaciones en la teoría y la práctica clínica. Washington, DC: Asociación Americana de Psicología.

Maslow, AH (1970). Motivación y personalidad. Nueva York: Harper & Row. (Obra original publicada en 1954)

Mruk, C. (2013). Autoestima y psicología positiva: investigación, teoría y práctica (4ª ed.). Nueva York: Springer Publishing Company.

Mruk, CJ (2018). Sentirse bien haciéndolo bien: una guía para la auténtica autoestima y el bienestar. Nueva York: Oxford University Press.

Rogers, C. (1961). Al convertirse en una persona. Boston, MA: Houghton Mifflin.