¿Dónde caes en la línea?

Recientemente, participé en un taller sobre cómo trabajar eficazmente con los jóvenes. Durante el taller, el instructor llamó a varios participantes al frente de la sala para ayudar con un ejercicio. Le dio a cada persona una tarjeta de un mazo de naipes estándar y le dijo al grupo que su "importancia" estaba asociada con la carta que tenían. Aquellos en el extremo inferior de la baraja eran menos importantes, mientras que aquellos en el extremo superior se consideraban más poderosos.

Los participantes no podían mirar sus cartas; en cambio, tenían que sostener su tarjeta contra su frente, mirando hacia afuera para que los que estaban a su alrededor pudieran verla. Luego, se les indicó que interactuaran entre sí, pero no se les permitió revelar la tarjeta de otra persona. Para finalizar el ejercicio, el instructor les pidió a los participantes que se alinearan, desde el más importante al menos importante, de acuerdo con el lugar donde pensaban que pertenecían, en función de cómo fueron tratados por los demás.

Aparte de un caso atípico en el grupo, todo el grupo se alineó casi exactamente de acuerdo con las cartas que tenían. Las personas poderosas sabían que eran poderosas, mientras que las personas "menos importantes" captaban rápidamente el mensaje de que no eran poderosas.

Fue fascinante verlo.

Luego, recurrió al grupo y preguntó cuántos de nosotros podían pensar en la escuela secundaria y ponernos en esa línea de acuerdo con lo "importante" que nos sentíamos.

Todos levantaron una mano.

Este "ejercicio" remontó a dos puntos, de los que me recuerdo cuando hablo con mujeres y niñas sobre cómo se sienten con respecto a sus cuerpos: primero, cómo percibimos que otras personas nos están tratando en una situación dada pueden tener un impacto significativo en lo que creemos que valemos, en lo que pensamos que somos capaces y, finalmente, en quienes nos permitimos convertirnos. He conocido a muchas mujeres adultas que no pueden superar las burlas y desprecios de un padre, un hermano o un viejo novio para ver a la mujer capaz, fuerte y bella en el espejo hoy.

En segundo lugar, me recuerda que no importa qué cara exterior muestre al mundo, hay muchas posibilidades de que ella, o él, pueda reconectarse fácilmente con la persona vulnerable o menos segura que alguna vez fue. Todos nosotros podemos recordar un momento en que nos sentimos "menos que".

Al tratar de criar a los niños que tienen una imagen corporal saludable, o tratar de curar por sí solos, es importante recordar eso y enseñarles a nuestros hijos que las humillaciones y desaires de otras personas tienen más que ver con ellos que nosotros. Aquellos que más se preocupan por su posición y su poder son a menudo aquellos que se sienten más obligados a rechazar a otros.

Como adultos, sabemos que solo porque alguien dice algo acerca de nosotros, no significa que sea cierto. Y sabemos que las personas que atacan nos dicen más sobre ellos mismos que sobre nosotros. Pero esa perspectiva nace de la sabiduría de los adultos. Recordando la vulnerabilidad de los años de la adolescencia – cómo es esa "línea de importancia" – nos ayuda a conectarnos con nuestros adolescentes en el lugar donde se encuentran hoy día, y a darles lo que necesitan: paciencia, comprensión amable y mucho amor.