El lado oscuro de ser un dador

Discutiendo el martirio, la baja autoestima y dar para obtener.

¿Es mejor dar que recibir? Ser un donante es un atributo valorado por la sociedad en múltiples niveles: en relaciones cercanas con un cónyuge, otras personas importantes, familiares, amigos o compañeros de trabajo; o de una manera amplia, menos personal, como donar a organizaciones benéficas o tiempo de voluntariado para ayudar a los necesitados. El dar tiene muchos beneficios: para la salud, el bienestar psicológico y el crecimiento espiritual, (Brown, 2003). Los donantes son valorados por sus rasgos prosociales, como el desinterés, el altruismo o la bondad.

Sin embargo, puede haber un lado oscuro para dar y dar. El aura altruista de dar puede ocultar la parte inferior de las verdaderas motivaciones.

En algunos casos, la entrega del individuo puede ser una forma paradójica de narcisismo: el dador es un mártir, cuyo desinterés se exhibe prominentemente para que todos lo admiren. En tales casos, la persona que “recibe” sufre por culpa o puede sentirse psicológicamente asfixiada por el donante y sus sacrificios a menudo anunciados. Este tipo de enfoque en “I” por parte del dador puede crear expectativas poco realistas del valor que otros pondrán en sus acciones de entrega. Puede conducir a una hiperactivación crónica de la liberación de la hormona del estrés (como se ha asociado con el narcisismo en general) y la mala salud física y mental. También puede resultar en el rechazo interpersonal.

También puede haber donaciones compulsivas que son impulsadas por una baja autoestima. En tales casos, las personas creen que solo les gustarán si hacen cosas por otras personas. Tal falta generalizada de respeto por sí mismos lleva a devaluar sus propias necesidades. La baja autoestima atrofia el desarrollo psicológico y el crecimiento. Dichos individuos pueden ser percibidos por otros como “dulces, pero aburridos”. En consecuencia, este tipo de comportamiento da como resultado con frecuencia relaciones poco profundas con otros y, en última instancia, rechazo.

Por último, puede haber motivaciones mercantiles para dar; es decir, expectativas “quid pro quo”, o “dar para obtener”. Este tipo de dar para obtener puede llevar a “mantener la puntuación” en las relaciones. Tales individuos pueden estar siempre vigilantes en cuanto a cuánto se recibe en proporción a cuánto se da. Las relaciones para dar-para-obtener-donadores involucran la catalogación de un balance de lo que han hecho y lo que otros les deben. Esto puede llevar a un sentido perpetuo de que la relación es una “negociación de negocios” en lugar de una amistad, un matrimonio o una conexión familiar o interpersonal.

Ya sea un martirio, una baja autoestima o el otorgamiento de puntaje, todas estas formas de donación son patológicas y pueden tener un efecto corrosivo en las relaciones. Estos tipos de donaciones pueden generar resentimiento, enojo, decepción y culpa, tanto para el donante como para el que lo recibe. Esta puede ser la razón por la que algunos estudios han encontrado que la donación puede asociarse con resultados negativos; como sentirse abrumado o agobiado por los problemas de otros, o sentirse frustrado, particularmente cuando existe una baja reciprocidad en tales interacciones (Brown, 2003; Konrath y Brown, 2013).

Dar es un comportamiento positivo y valorado. Pero dar-para-obtener, ya sea por un enfoque más sagrado que tú, el egoísmo o el quid pro quo no lo es. Dar comportamiento en estas circunstancias puede ser inadaptado, ya que es explotador en lugar de altruista. Es posible que estas motivaciones de “sombra” al dar sean lo que lleve a “agotarse” y a una incómoda sensación de insatisfacción en todas las formas de nuestras relaciones: desde matrimonios, padres, trabajo, hasta amistades. Estas motivaciones envenenan la bondad de dar, y a su vez dejan el residuo metálico de disgusto para nosotros y para los demás.

Sin embargo, francamente, todos hemos participado en estas formas no tan halagadoras y tóxicas de dar, al menos en algún nivel. No se equivoquen, muy pocos de nosotros somos almas desinteresadas como la Madre Teresa. Aún así, esto no es una condena sino un reconocimiento de nuestra fragilidad, ya que los defectos son la naturaleza misma de nuestra humanidad. Sin embargo, para profundizar nuestras relaciones con los demás, para vivir de manera auténtica y para crecer espiritualmente, debemos reconocer y abordar estos lados sombríos de nuestra naturaleza. La próxima vez que se sienta resentido, sobrecargado, enojado con su cónyuge, hijo, padre o amigo por no valorar lo que hace por ellos, pregúntese: “¿Cómo doy?” Como Kent Nerburn (2006), al escribir sobre lo sagrado en nuestras vidas ordinarias remarcó, “las aguas más oscuras contienen las verdades más profundas” (p.36). Puede ser una imposibilidad de dar siempre con un corazón puro; Pero, cuanto más alegre es en los momentos que puedes hacerlo.

Referencias

Brown, S. (2003). Un nuevo análisis altruista de la hipótesis de apoyo social: los beneficios para la salud de dar. Nuevas direcciones para la recaudación de fondos filantrópica 42, 49-57. https://pdfs.semanticscholar.org/0d81/fbeae4d9e00e802172a851113e901504f211.pdf

Konrath, SH, y Brown, S. (2013). Los efectos de dar en dadores. En ML Newman y NA Roberts (Eds.), Salud y relaciones sociales: Lo bueno, lo malo y lo complicado (pp. 39 – 64). Washington, DC: Libros de APA.

Nerburn, K. (2006). Sagrado ordinario: La belleza simple de la vida cotidiana. Novato California: Biblioteca del Nuevo Mundo.