El matrimonio requiere algún sacrificio

Las ganancias son infinitamente mayores que las que renunciamos.

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Fuente: pexels / pixabay

Para aquellos de nosotros que somos “fóbicos de compromiso”, podemos temer que los costos del matrimonio superen sus recompensas.

A menudo, este temor no nos impide casarnos, sino que puede impedir que nos entreguemos por completo a nuestra relación. Existe una tendencia a poner nuestras propias necesidades (o lo que pensamos que son nuestras necesidades) antes que las de nuestro compañero, en un intento de compensar la pérdida de nuestra libertad. No en vano, esta estrategia no funciona.

Tal lucha por mantener el control resulta en un mayor sufrimiento para ambos socios. Con el tiempo, el que se retiene puede darse cuenta de que los regalos que recibimos son mucho mayores que las preferencias a las que renunciamos.

En última instancia, el bienestar de nuestro socio puede llegar a ser tan importante para nosotros como el nuestro. En el proceso, podemos experimentar mayor satisfacción y alegría de lo que nunca hemos conocido. Resulta que sacrificar nuestro deseo de control y gratificación en favor de un compromiso con la intimidad, el apoyo mutuo y el crecimiento espiritual es lo que hace que nuestra copa se caiga.

¡Podemos darnos cuenta de que el resultado es una ganga a cien veces el precio!

Nada de esto es minimizar los sacrificios que a veces tenemos que hacer en el matrimonio. No, no siempre podemos hacer lo que queremos cuando queremos. Como mínimo, tenemos que negociar y coordinar con las preferencias, gustos, horarios y estilos de otra persona.

No siempre podemos elegir el video, el helado, la alfombra, el restaurante o el destino de vacaciones. En algún momento se nos puede pedir que nos mudemos a través del país para la carrera de un cónyuge, para tener menos hijos o más de los que nos gustaría, o para cuidar a los suegros que envejecen. Incluso podemos ser llamados a pasar por períodos imprevistos de dificultades, adicción, depresión, enfermedad grave o tragedia. Si nos mantenemos juntos, en algún momento soportaremos la muerte de nuestro compañero o nuestro compañero sufrirá el nuestro.

Al aprender a dejar de lado la necesidad de tener siempre las cosas a nuestra manera, es posible crear una relación armoniosa que brinda un nivel de satisfacción mucho más profundo que la gratificación del deseo basado en el ego.

Cuando creamos una historia compartida con otra persona, la seguridad y la confianza se desarrollan, lo que permite una intimidad profunda que no es posible en relaciones más superficiales. Lo más importante, en todo esto, nos convertimos en seres humanos más amorosos.

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Fuente: freee-books / bloomwork

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