Explicando el pensamiento delirante

Los delirios son creencias personales fijas y falsas que son resistentes al cambio a la luz de la evidencia contradictoria. Los delirios son el caso extremo de creencias irracionales. Estas creencias son obsesivas y causan angustia emocional.

La creencia delirante es algo muy importante para quienes los tienen. Es por eso que están ciegos a la evidencia contraria porque no quieren cambiar su creencia. Por ejemplo, cuando nos apasiona la superioridad de nuestro candidato político preferido, tendemos a adherirnos a la creencia a pesar de la creciente contra-evidencia / argumentos.

Las ideas delirantes existen en un continuo con creencias irracionales (Bortolotti, 2010). Incluso algunas personas por lo demás racionales parecen creer cosas raras que no son ciertas. Hasta cierto punto, todos somos sensibles a que alguien nos mire, nos hable o nos engañe. Por ejemplo, alrededor del 10 al 15 por ciento de la población general experimenta regularmente pensamientos paranoicos que implican desconfianza y desconfianza hacia los demás (Freeman, 2008).

Para explicar cualquier ilusión, debemos responder dos preguntas (McKay, 2007). La primera pregunta es: ¿qué fue lo que trajo la idea delirante a la mente en primer lugar? La segunda pregunta es: ¿por qué no se rechaza esta idea cuando tanta evidencia contra su verdad está disponible para la persona?

El marco de doble proceso de toma de decisiones puede proporcionar algunas ideas sobre la teoría de la creencia delirante (Kahneman, 2011). Este marco sugiere dos sistemas de pensamiento. La mayor parte de nuestro pensamiento es el pensamiento sin esfuerzo del Sistema 1 (intuitivo) que produce respuestas rápidas y automáticas a los dilemas de toma de decisiones. Por el contrario, el Sistema 2 es lento, mucho más analítico, esforzado y consciente en su enfoque de la tarea de toma de decisiones.

El razonamiento delirante puede describirse por una excesiva confianza en el pensamiento instintivo (rápido y no reflexivo) y una dependencia insuficiente en el pensamiento analítico (deliberativo, esforzado). Las personas con ideas delirantes son propensas a tomar decisiones precipitadas y pueden tomar decisiones rápidamente sobre la base de poca evidencia. Llegan a conclusiones porque anhelan una solución decisiva para la tarea. Por ejemplo, una persona puede mirar a dos personas susurrando y saltar a la conclusión de que están tramando contra él o ella.

El sistema 2 en la mente intacta es responsable de la evaluación y formación de las creencias. La evaluación de creencias implica un sistema 2 que inhibe las reacciones reflejas. Las ideas extrañas se nos ocurren a todos, pero evitamos que se conviertan en creencias raras mediante el uso de la mente deliberativa (Sistema 2). Por ejemplo, una persona puede escuchar un crujido cuando usa el teléfono y asumir que simplemente hay una mala conexión. Sin embargo, otra persona puede escuchar el sonido crujiente y creer que su teléfono ha sido interceptado para que otra persona escuche su conversación.

La tendencia a recurrir al pensamiento del Sistema 1 puede deberse al agotamiento de los recursos cognitivos provocado por la angustia (De Neys, 2006). Cuando se agotan los recursos cognitivos, las personas tienden a actuar en el Sistema 1 (impulso) y pierden la capacidad de reflexionar. Por ejemplo, la confianza en un juicio apresurado puede intensificarse por la ansiedad que hace que el Sistema 2 piense que es más difícil. Nos volvemos más vulnerables a las teorías de conspiración cuando sentimos que los eventos son complejos o están fuera de nuestro control. Vemos patrones y conexiones causales que no están ahí. Y rápidamente decidimos una única interpretación (por ejemplo, grandes eventos como las recesiones económicas y los resultados de las elecciones son controlados por pequeños grupos de personas) (Miller, et al., 2016).

La terapia conductual cognitiva (TCC) puede ser efectiva en el tratamiento de delirios al alentar a los pacientes a evaluar sus creencias. El objetivo es promover el razonamiento analítico del Sistema 2 para modificar las conclusiones particulares derivadas de los procesos del Sistema 1 (Galbraith, 2015). La esencia misma de esta técnica terapéutica es pedirle a la gente que evalúe sus ideas y considere si puede haber otra forma de ver la situación.