La sorpresa refleja la dificultad de la explicación

 Ava Surprised. Licensed under CC BY 2.0 via Wikimedia Commons
Fuente: Dan Zen – Flickr: Ava Sorprendido. Licencia bajo CC BY 2.0 a través de Wikimedia Commons

Todos hemos experimentado sorpresa. Algunas de esas sorpresas son maravillosas. Llegas a casa y encuentras un regalo inesperado esperándote. Esa es una feliz sorpresa. Quizás, sin embargo, encienda las noticias y descubra que un joven actor que admira ha muerto. De nuevo, experimentas sorpresa, pero esta vez la emoción es negativa.

Los psicólogos han explorado lo que yace en la raíz del sentimiento de sorpresa. En particular, sabemos que la sorpresa viene en grados. Si se despierta por la mañana a la hora habitual, se viste y sale de la casa, nada sorprende en absoluto. Si se despierta por la mañana y descubre que su despertador no se activó y llega tarde al trabajo, es posible que se sorprenda. Pero, si se fue a dormir la noche anterior sabiendo que habría tormentas eléctricas durante la noche y luego se despierta tarde porque la alarma no sonó, se sorprende, pero no muy sorprendido.

¿Qué impulsa esta sensación de sorpresa?

Ha habido dos tipos principales de explicaciones. Uno se enfoca en la probabilidad. La idea es que cuando las cosas son inesperadas porque no ocurren a menudo, son sorprendentes. La segunda idea es que la explicación importa. El grado de sorpresa que experimentan las personas depende de cuán fácilmente puedan explicar lo que sucedió.

Un artículo extenso de Meadhbh Foster y Mark Keane en la edición de agosto de 2015 de Cognitive Psychology explora la influencia de la facilidad de explicación en la sorpresa.

Como una simple demostración, el primer experimento analizó eventos sorprendentes que son familiares o desconocidos. Una historia sobre una mujer que va al cajero automático y saca dinero y luego descubre que su billetera no estaba en el bolso es una historia más familiar que la de un hombre enojado que va a la oficina de su jefe con la intención de dejarlo y le da un abrazo a su jefe . La gente expresó más sorpresa ante el escenario desconocido que el familiar.

Un segundo estudio luego manipuló la facilidad de explicación al variar si se incluyó una explicación parcial en el escenario. El escenario sobre la mujer con el bolso perdido podría incluir el detalle de que su bolso estaba abierto. El escenario sobre el hombre que va a su jefe podría incluir el detalle de que se le ofreció un ascenso. Las personas a las que se les dio esta explicación parcial encontraron la situación menos sorprendente que aquellas a las que no se les dio una explicación parcial, tanto para situaciones familiares como desconocidas.

Otro estudio en esta serie hizo una manipulación interesante. Si la sorpresa refleja los juicios de las personas sobre la dificultad de generar explicaciones, entonces pedirles a las personas que generen tres explicaciones diferentes para un evento debería ser más difícil que generar uno, por lo que las personas a las que se les pide que generen tres explicaciones deberían sorprenderse más de lo esperado. generar solo uno Este hallazgo fue obtenido, aunque solo para las historias familiares. Las historias desconocidas eran tan sorprendentes que ya era difícil hacerlas parecer más sorprendentes.

Un estudio final manipuló la facilidad de explicación de una manera diferente. Para cada escenario, se dio una pista que haría una explicación bastante fácil de generar o difícil de generar. En el caso de toparse con un amigo en un país extranjero, los participantes podrían recibir la copia imitación (que sugiere la explicación de que el amigo copió el plan) o el circo (lo que no sugiere una explicación obvia). Otro escenario involucraba ver un rinoceronte en una cafetería (en cuyo caso el circo pide una explicación, pero el imitador no). Cuando se les dio un aviso que sugiere una explicación, las personas encontraron los escenarios menos sorprendentes que cuando se les dio un aviso que no sugería una explicación.

Una faceta interesante de este estudio es que a algunos participantes se les pidió que juzgaran la probabilidad del evento. El mensaje no influyó en los juicios de las personas sobre cuán probable sería experimentar estos eventos. Entonces, los juicios de sorpresa parecen estar relacionados con la capacidad de explicarlos más que con la baja probabilidad de los eventos sorprendentes.

Este hallazgo sugiere que la sorpresa tiene valor, ya que sirve como una señal de la cantidad de trabajo que alguien tendrá que hacer para comprender lo que acaba de suceder. Para una situación muy sorprendente, una persona tendrá que reservar tiempo para descubrir realmente lo que está sucediendo. Tener un marcador emocional de esta dificultad es útil, porque señala que alguien necesita dedicar tiempo a darle sentido al mundo. Y, como la sorpresa tiende a hacer que la gente deje de hacer lo que está haciendo, borra un poco de espacio mental para hacer ese trabajo.

Sigueme en Twitter.

Y en Facebook y en Google+.

Mira mi nuevo libro Smart Change .

Y mis libros Pensamiento inteligente y hábitos de liderazgo

Escucha mi programa de radio en la radio KUT en Austin Two Guys on Your Head y sigue a 2GoYH en Twitter y en Facebook.