Su cerebro sobre las drogas y su plan de tratamiento de adicciones

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Cuando se trata de los efectos de las sustancias ilícitas en la cognición cerebral, no todos los cerebros son creados iguales. En los últimos años, la neuroimagen nos ha ayudado a comenzar a comprender las diferencias más importantes entre los cerebros individuales en las drogas y los cerebros sometidos a un uso prolongado de drogas.

Hay una gran meta detrás de esta búsqueda particular para entender el funcionamiento cerebral: hay una gran posibilidad de que si podemos identificar las diferentes formas en que los cerebros de las personas son estimuladas por las drogas y finalmente cambian con su uso regular, podemos ayudar a los especialistas en el tratamiento de adicciones a desarrollar planes de recuperación de adicción altamente efectivos y hechos a medida. Pero necesitamos más investigación para llegar allí.

La neuroimagen funcional generalmente funciona realizando secuencias de Resonancia Magnética (IRM) para medir mientras se les pide a los pacientes que realicen ciertas tareas mentales o que miren o escuchen un estímulo particular. Esto se llama MRI funcional, o fMRI. Se detectan cambios sutiles en el flujo sanguíneo y pueden ayudar a determinar qué áreas del cerebro se activan en las respuestas. Con la ayuda de esta tecnología, la investigación ha revelado que puede haber diferencias importantes entre los cerebros de las personas que tienden a recaer repetidamente mientras intentan dejar el hábito de las drogas, y las de las personas que logran la sobriedad permanente.

Más específicamente, varios estudios sugieren que las personas que recaen pueden tener una mayor actividad en las áreas del cerebro que responden al placer desencadenado por las drogas y una menor actividad en las partes del cerebro asociadas con otros tipos de placer. Un estudio usó neuroimágenes para tratar de predecir las recaídas y la abstinencia entre los usuarios de drogas. Los investigadores encontraron una conectividad cerebral funcional disminuida (es decir, conexiones entre las áreas del cerebro que se dicen unos a otros qué hacer) en aquellos que son adictos, y específicamente aquellos que están recayendo.

Este es un gran problema. Estos estudios sugieren que la neuroimagen puede ser utilizada como herramienta de diagnóstico al comienzo de una intervención de tratamiento farmacológico, con la posibilidad de aumentar la probabilidad de éxito. Es posible que algún día podamos analizar los cerebros de las personas plagadas de adicciones y determinar exactamente cómo mejorarlas.

También es posible que podamos comparar los escáneres cerebrales de los pacientes con otros pacientes (los que se mantuvieron abstinentes con éxito) y medir las posibilidades de un paciente de mantenerse alejados de las drogas. A medida que la investigación continúa confirmando estas diferencias estructurales entre los cerebros, muchos investigadores creen que podría ser más fácil para nosotros identificar a las personas que necesitan planes de tratamiento más exhaustivos o más largos para vencer la recaída. Las personas cuyas posibilidades de recuperación total parecen especialmente bajas pueden potencialmente calificar para recibir ayuda adicional y planes de tratamiento más personalizados.

Como mencioné, los planes de tratamiento personalizados por el cerebro aún no están aquí, pero podrían estar esperándonos en el futuro, dependiendo de nuevas investigaciones. Es fundamental que los investigadores continúen utilizando la neuroimagen para estudiar la función cerebral y el impacto del consumo de drogas, tanto después del consumo inmediato como después del uso prolongado y repetido. Con el beneficio de la investigación acumulada, podremos personalizar los tratamientos para satisfacer las necesidades de cada paciente en función de la probabilidad de que permanezca abstinente, pero aún no lo hemos logrado. Esta es una posibilidad brillante para el campo del tratamiento de la adicción, y estoy emocionado de ver a dónde nos lleva la investigación en neuroimágenes.