Cómo detener el acoso: deshacerse de las etiquetas

Enfréntate a la autocrítica.

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Fuente: Prochurchmedia / Unsplash

A principios de esta semana, Mónica Lewinski apareció en los titulares por encabezar una nueva campaña contra el acoso. La ex pasante de la Casa Blanca sabe cómo se siente que la llamen nombres: fue referida como “esa mujer” antes de la destitución de Bill Clinton.

Lewinski se ha convertido en un valiente activista, las etiquetas y el acoso escolar no pudieron detenerla. La campaña #DefyTheName quiere desarmar las llamadas de nombre. Es un gran recordatorio de no dejar que las palabras nos definan, debemos desafiar las etiquetas.

Entonces, esto me lleva al post de hoy. ¿Qué pasa cuando somos nosotros los que nos acosamos?

El auto-bullying es más dañino que ser intimidado por otros: es imposible resistir ataques externos si no puedes detener los tuyos.

Contenemos Multitudes

Nuestro cerebro está conectado para tomar atajos, por eso nos encantan las etiquetas.

La supervivencia temprana dependía de la capacidad de ver patrones en la aleatoriedad. Nuestros antepasados ​​necesitaban discriminar a los amigos de los enemigos: tenían que decidir luchar o volar.

Sin embargo, el razonamiento rápido es propenso al error. El uso de etiquetas es una forma irracional de pensar, según David Burnes, psicólogo de la terapia cognitiva conductual (TCC).

El etiquetado es una forma extrema de pensamiento de todo o nada. En lugar de decir “Mi último proyecto falló”, te adjuntas una etiqueta negativa: “Soy un fracaso”. También puedes llamarte “imbécil”, “estúpido” o “incompetente”.

Las etiquetas hacen que las personas sean invisibles: las reducimos a un solo adjetivo.

Cuando haces un juicio parcial sobre ti mismo, dejas que un comportamiento te defina.

Aplicamos ese mismo mecanismo para juzgar a los demás. Si alguien se toma el tiempo de explicar algo, lo llamamos “lento” o “inseguro”. Antes de darnos cuenta, esas etiquetas se convierten en todo lo que vemos sobre esa persona.

Las etiquetas simplifican demasiado la realidad: confundimos una parte con el todo.

Las etiquetas no ven a las personas, describen una versión simplificada de quiénes son.

Cuando te etiquetas, estás siguiendo el mismo patrón. En lugar de aceptar un defecto, te conviertes en ese defecto. No puedes ver más allá de eso, dejas que un defecto te defina.

No todas las etiquetas son iguales

El auto-bullying es un comportamiento dañino.

¿Permitirías que alguien te etiquetara de la misma forma en que te etiquetas?

No estoy diciendo que los ataques externos no duelen, pero neutralizar el etiquetado comienza contigo. El etiquetado dificulta su potencial de varias maneras.

Las etiquetas son estáticas: te atrapan en un momento o experiencia.

Las etiquetas nos dividen al agruparnos en categorías: eres un amigo o un enemigo.

Las etiquetas resaltan un solo aspecto: las etiquetas descriptivas ocultan su identidad distinta y verdadera.

Las etiquetas lo obligan a jugar con sus puntos fuertes: las etiquetas prescriptivas estereotipan los roles que desempeña en el trabajo o en su familia.

Las etiquetas convierten una parte en un todo: dejamos que un defecto defina quiénes somos.

Cómo derrotar el auto-bullying

Utilice los siguientes pasos para estar más al tanto del etiquetado automático. Y, lo más importante, dejar de ser tu peor acosador.

1. Aviso de etiquetado. Presta atención a las palabras que usas para describirte a ti mismo. Pídale a alguien más que lo llame cuando esté etiquetado usted mismo.

Enfócate en entender por qué y cuándo tiendes a etiquetarte. ¿Los usas para castigarte o recompensarte? ¿Qué emociones encienden el etiquetado?

2. Haga una lista de sus etiquetas. Rastrea y captura todas las etiquetas. ¿Tiendes a llamarte los mismos nombres una y otra vez? O depende de las circunstancias. Compara las etiquetas que usas y las que otros usan para describirte. ¿Cuáles son los puntos en común y las contradicciones? Alguna sorpresa

3. Clasifique sus etiquetas. Toma un pedazo de papel y divídelo en seis rectángulos iguales. Nómbralos:

  • lo que escondo a otros
  • lo que muestro a los demás
  • de lo que estoy orgulloso
  • Lo que me avergüenza.
  • fortalezas
  • debilidades

Tome la lista que construyó y asigne las etiquetas a cada categoría (está bien si una cae en más de una). Use dos colores diferentes para diferenciar las auto-etiquetas de los nombres que las personas le llaman.

Trate de darle sentido a este análisis. ¿Hay alguna categoría que se sienta más desordenada? ¿Alguna sorpresa o contradicción? ¿Qué le dice este análisis sobre cómo se ve (y se llama) usted mismo?

4. No te conviertas en un adjetivo. A medida que te das cuenta de cómo te etiquetas, evita convertir los eventos en un adjetivo, no dejes que algo te defina.

Por ejemplo, si pierdes una partida, en lugar de llamarte perdedor, replantea cómo te hablas a ti mismo. Use esta estructura: “No soy un perdedor, acabo de perder un partido”.

5. Desafía el nombre. Volviendo a la campaña contra el acoso: no dejes que las etiquetas te definan. Desafía las palabras que tú (y otros) usan para describirte a ti mismo. No eres una etiqueta, puedes cometer errores, pero no eres un defecto. Usa el humor. Monica Lewinski reemplazó su biografía de Twitter con todos los nombres que la gente la llamaba.

Cuando nos reímos de nuestras etiquetas, no pueden causar más daño. Los matones disfrutan viendo sufrir a sus víctimas. Cuando dejes de reaccionar, se sentirán ignorados y buscarán a alguien más para molestar. Eso se aplica a ti también.

Soportar el auto-bullying. Deja de etiquetarte a ti mismo.

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