El libro abierto: lo que dicen tus elecciones de lectura sobre ti

Lo que lees por placer revela deseos, emociones y autoestima.

Eres lo que lees

Ya sea durante las vacaciones o en vacaciones, hay períodos de tiempo preciosos en los que realmente tiene tiempo para relajarse y descansar. Ya sea que esto implique holgazanear en el sillón reclinable de su sala de estar o tumbarse en una playa tropical, el tiempo de inactividad a menudo incluye la oportunidad de ponerse al día con la lectura. Entonces, ¿qué lees? La investigación revela que su elección de historia cuenta una historia sobre usted.

Esto tiene sentido cuando se considera la diferencia entre leer por placer y leer bajo presión. Leer para completar una tarea o prepararse para una presentación revela diligencia, no disposición. Y leer para prepararse para la próxima reunión del club del libro a menudo requiere una maratón de lectura de carrera contra tiempo, apresurándose a través del libro asignado para desarrollar puntos de discusión y “llevar” para informar al grupo.

Es el material que selecciona para leer por placer y placer lo que revela más sobre usted. Algunas investigaciones interesantes se han centrado en la popularidad de los misterios de asesinato, cómo los diferentes rasgos de personalidad predicen el disfrute de diferentes tipos de tramas, e incluso diferencias en qué tipo de personas están decepcionadas por un final malcriado.

Misterio, entretenimiento y spoilers

No es necesario que haya crecido con Nancy Drew o Sherlock Holmes para apreciar el atractivo de un buen misterio. Los misterios te atraen a la historia, te hacen pensar y, a menudo te sorprenden al final, lo que puede ser bueno o malo, dependiendo de tu personalidad.

Aunque los misterios del asesinato involucran más pensamiento cognitivo que otros tipos de entretenimiento, la investigación revela una preferencia por un argumento de mediana complejidad y una sensación de autovalidación cuando “lo resolvemos” o confirmamos nuestras sospechas al final. El atractivo de los misterios de asesinato para todas las edades y tipos de audiencia explica la popularidad generalizada y duradera de esta particular clase de ficción.

El deseo de diversión

Las investigaciones de Silvia Knobloch-Westerwick y Caterina Keplinger (2008) [i] arrojan luz sobre la razón por la cual la ficción del crimen es tan popular en diferentes audiencias. Observando que los misterios del asesinato constituyen entretenimiento con un énfasis en el procesamiento cognitivo, encontraron una preferencia por las tramas de mediana complejidad, incluso entre aquellos con una gran necesidad de cognición. Los sujetos preferían líneas argumentales relativamente simples en lugar de complicados acertijos.

Los investigadores señalan que, aunque el atractivo de la ficción criminal no depende de sus acertijos y acertijos, el proceso de confirmación de las sospechas puede aumentar el disfrute, proporcionando refuerzos que pueden afectar el manejo del estado de ánimo. Estos hallazgos explican la popularidad generalizada de la ficción criminal entre diversas audiencias como entretenimiento “ligero” que se disfruta sin mucho esfuerzo cognitivo.

Sin embargo, no todos están satisfechos con un final predecible.

El vínculo entre la resolución de misterios y la autoestima

¿Alguna vez leíste una historia y te decepcionó que pudieras descifrar fácilmente el final? Esto podría ser una indicación de alta autoestima.

Un estudio realizado por Knobloch-Westerwick y Keplinger (2006) [ii] descubrió que al leer un misterio, la curiosidad y la incertidumbre sobre el culpable daban lugar a niveles más altos de disfrute. También encontraron un vínculo entre la resolución de la historia y la autoestima. A los participantes con un alto nivel de autoestima no les gustaba una resolución que confirmara sus sospechas, mientras que a los participantes con baja autoestima no les gustaba una resolución sorpresa.

¿Prefieres pensar o sentir?

¿Alguna vez has tenido que detener a un amigo que hablaba con entusiasmo acerca de una nueva película que vio o que ella había terminado, interviniendo “No me digas cómo termina”? Si es así, es probable que te excite la emoción sobre la cognición.

La investigación de Judith Rosenbaum y Benjamin Johnson (2016) [iii] examinó el impacto de los spoilers en el disfrute de la historia. Adoptaron una definición de spoiler como cualquier información que revelara prematuramente información esencial sobre la trama y, por lo tanto, debería evitarse.

Vinculó la preferencia por historias deterioradas (versus no vírgenes) con la necesidad de cognición (involucrarse y disfrutar el pensamiento) y la necesidad de afecto (ya sea buscando o evitando estímulos o situaciones emocionales). Los participantes con poca necesidad de conocimiento prefirieron historias estropeadas, mientras que aquellos con una gran necesidad de afectar a historias preferidas que permanecieron intactas. Las personas que con frecuencia leen ficción por placer, similares a las que tienen mucha necesidad de afecto, experimentaron un mayor grado de placer al leer cuentos que permanecieron intactos.

Un final feliz

La moraleja de la historia? Cuando se trata de preferencias de lectura, somos libros abiertos. La elección literaria puede proporcionar un método para leer a los demás, así como un ejercicio de autorreflexión durante una temporada en la que realmente tienes la oportunidad de tomarte un descanso y disfrutar de un buen libro. Solo asegúrate de que nadie arruine el final.

Referencias

[i] Silvia Knobloch-Westerwick y Caterina Keplinger, “Asesinato por placer: impactos de la complejidad de la trama y necesidad de cognición en el disfrute misterioso”, Journal of Media Psychology 20, no. 3 (2008): 117-128.

[ii] Silvia Knobloch-Westerwick y Caterina Keplinger, “Apelación misteriosa: efectos de la incertidumbre y resolución sobre el disfrute del misterio”, Media Psychology 8 (2006): 193-212.

[iii] Judith E. Rosenbaum y Benjamin K. Johnson, “¿Quién teme a los saboteadores? Necesidad de Cognición, Necesidad de Afecto y Selección Narrativa y Placer, “Psychology of Popular Media Culture 5, no. 3 (2016): 273-289.