La ciencia (sorprendentemente similar) del deseo sexual y el amor

El cerebro responde de manera similar a los sentimientos de deseo sexual y amor.

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Fuente: Galería de imágenes NIH / Flickr

El deseo sexual y el amor no siempre coexisten, sin embargo, ambos son esenciales para satisfacer las relaciones románticas. Aunque la atracción sexual y el apego emocional pueden ser procesos independientes, el cerebro responde a estos sentimientos de maneras notablemente similares.

Para descubrir qué áreas del cerebro están activas cuando sentimos amor o deseo sexual, los investigadores usan la resonancia magnética funcional (fMRI). Esta técnica les permite ver qué áreas del cerebro están activas al detectar aumentos en el flujo sanguíneo a diferentes áreas del cerebro mientras los individuos realizan tareas específicas. En los estudios que evalúan el amor, los investigadores suelen pedir a los participantes que observen fotografías o videos de sus seres queridos. En los estudios que evalúan el deseo sexual, los participantes generalmente ven estímulos eróticos cuando se registra el flujo sanguíneo dentro del cerebro (Cacioppo et al., 2012).

Después de revisar más de 20 estudios diferentes que usan la tecnología fMRI para evaluar el amor o el deseo sexual, Cacioppo et al. (2012) encontraron que regiones cerebrales similares se asociaron con ambos sentimientos. El tálamo, el hipocampo y la corteza cingulada anterior estaban activos cuando las personas sentían amor o deseo sexual. Pero el cerebro no responde exactamente de la misma manera a ambas sensaciones: la porción anterior de la ínsula se asoció con el amor, mientras que la porción posterior se asoció con el deseo. Además, el amor activaba más fuertemente el área tegmental ventral que el deseo sexual (Cacioppo et al.).

Resultados similares fueron obtenidos por Stoessel y colegas (2011). Estos investigadores pidieron a personas que se sintieran intensamente enamoradas de sus parejas que vean fotografías eróticas de extraños, así como fotografías no eróticas de sus parejas. Estos autores encontraron que la corteza cingulada anterior, la ínsula y la corteza cingulada posterior estaban activas cuando los individuos vieron fotografías de sus seres queridos, así como fotografías eróticas de extraños.

Otra investigación sugiere similitudes neurales adicionales entre el deseo sexual y el amor. El neuropéptido oxitocina aumenta durante la actividad sexual y el orgasmo tanto en hombres como en mujeres, y también se asocia con el amor y el vínculo entre pares (Birnbaum, 2017; Meston y Frohlich, 2000; Schneiderman et al., 2012). Los niveles elevados de dopamina también se asocian con sentimientos de amor y deseo sexual (Karup y Karup, 2003; Meston y Frohlich, 2000).

Yuliia Popova/Shutterstock

Fuente: Yuliia Popova / Shutterstock

Las vías neurales comunes hacia el deseo sexual y el amor inducen a los investigadores a sugerir que el amor crece a partir de los agradables sentimientos de deseo y realización sexual (Cacioppo et al., 2012). Los psicólogos evolutivos proponen además que el amor ha evolucionado para mantener a las parejas sexuales juntas a fin de aumentar las posibilidades de supervivencia de los niños (Birnbaum & Reis, 2018). Debido a que las áreas del cerebro activadas tanto por el amor como por el deseo sexual están asociadas con la experiencia de la recompensa, los investigadores también creen que tanto el amor como el deseo sexual pueden caracterizarse mejor como motivaciones fuertes que como emociones, estableciendo que la fuerte motivación para estar con un compañero (amor) o la fuerte motivación para tener relaciones sexuales con un compañero (deseo) en última instancia puede conducir a sentimientos de euforia (Aron et al., 2005).

A pesar de la activación neuronal similar evidenciada al sentir el amor y el deseo sexual, los dos estados pueden afectar diferencialmente nuestro rendimiento cognitivo.

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Algunas partes de este post se derivaron de The Social Psychology of Attraction and Romantic Relationships. Copyright Madeleine A. Fugère (2015).

Referencias

Aron, A., Fisher, H., Mashek, DJ, Strong, G., Li, H. y Brown, LL (2005). Sistemas de recompensa, motivación y emoción asociados con el amor romántico intenso en las primeras etapas. Revista de neurofisiología, 94 (1), 327-337.

Birnbaum, GE (2017). El frágil hechizo del deseo: una perspectiva funcional sobre los cambios en el deseo sexual a través del desarrollo de las relaciones. Personality and Social Psychology Review, 1088868317715350.

Birnbaum, GE, y Reis, HT (2018). Evolucionado para estar conectado: la dinámica del apego y el sexo en el curso de las relaciones amorosas. Opinión actual en psicología.

Cacioppo, S., Bianchi-Demicheli, F., Frum, C., Pfaus, JG, y Lewis, JW (2012). Las bases neuronales comunes entre el deseo sexual y el amor: un análisis de fMRI de densidad de kernel multinivel. El diario de medicina sexual, 9 (4), 1048-1054.

Kurup, RK, y Kurup, PA (2003). Digoxina hipotalámica, dominancia hemisférica y neurobiología del amor y el afecto. International Journal of Neuroscience, 113 (5), 721-729.

Meston, CM, y Frohlich, PF (2000). La neurobiología de la función sexual. Archives of General Psychiatry, 57 (11), 1012-1030.

Schneiderman, I., Zagoory-Sharon, O., Leckman, JF, y Feldman, R. (2012). Oxitocina durante las etapas iniciales del apego romántico: relaciones con la reciprocidad interactiva de las parejas. Psychoneuroendocrinology, 37 (8), 1277-1285.

Stoessel, C., Stiller, J., Bleich, S., Boensch, D., Doerfler, A., García, M., … & Forster, C. (2011). Diferencias y similitudes en las actividades neuronales de las personas felices e infelices en el amor: un estudio funcional de resonancia magnética. Neuropsychobiology, 64 (1), 52-60.