¡La venganza es buena para ti! Parte 1

Recientemente, las noticias han estado llenas de versiones populares de villanos de alto perfil que fueron "llevados ante la justicia". El silbido familiar puso al descubierto el insidioso esquema Ponzi de Bernie Madoff, que robaba millones de dólares de inversores desprevenidos. El notorio Osama Bin Laden finalmente fue localizado en su escondite de Pakistán. El tribunal en La Haya sigue emitiendo acusaciones contra presuntos criminales de guerra. Estos eventos nos ofrecen la oportunidad de sostener un espejo metafórico y reflexionar sobre nuestras nociones colectivas de justicia. Sin aburrirte con una larga discusión de ideas filosóficas como la justicia restaurativa y procesal, me gustaría plantearte la simple pregunta: ¿es justicia la venganza? ¡La razón por la que pregunto es porque la venganza tiene algo de una reputación negativa, a pesar de que algunas investigaciones psicológicas sugieren que puede ser saludable!

Ciertamente, hay culturas que creen que castigar a los delincuentes -mediante multas, palizas, encarcelamiento o algo peor- es una forma perfectamente aceptable de corregir las cosas. De hecho, en Albania, por ejemplo, existe una larga y formal tradición de "contiendas sangrientas" que prescribe exactamente los tipos de venganza que son apropiados o inapropiados en ciertas situaciones. Cuando un gobierno se encuentra con un castigo, lo llamamos justicia, pero cuando la víctima, o una persona cercana a la víctima, castiga, la consideramos venganza y la tildamos de vigilante. Aunque el vigilantismo tiene una mala reputación, insinúa un impulso humano muy natural: la necesidad de vengarse de las personas. Maslow no mencionó esto en su jerarquía de motivaciones, pero es tan fundamental para nuestra naturaleza como la sed. Si no me crees, recuerda la última vez que sostuviste una discusión con tu cónyuge en tu cabeza, deleitándote con tus mejores críticas, contraargumentos más fuertes y victoria final.

Comencemos nuestra comprensión de la venganza hablando sobre un sentimiento que a menudo se pasa por alto. Se llama "amargura". Todos conocemos emociones básicas como el miedo, la alegría y la culpa, pero también existen estados menos conocidos y más complejos, y la amargura es un ejemplo perfecto. El amargo es una sensación de haber sido defraudado o victimizado, junto con un deseo de defenderse, pero, debido a que la persona se siente impotente, lleva a fantasías de venganza o agresión. La amargura puede ocurrir, por ejemplo, en una larga disputa por los derechos de propiedad con un vecino, después de una relación matrimonial, después de un trato prolongado con una compañía de seguros y en casi cualquier situación en la que te sientas como una víctima. Todos hemos tenido, hasta cierto punto, los tipos de fantasías que acompañan a la amargura: a veces se trata de vengarse del imbécil que lo interrumpe en la autopista y, a veces, se trata de reclamar su dignidad de un jefe verbalmente abusivo en el trabajo.

Lo que es tan interesante acerca de estas fantasías es que son funcionales. No son, como suele creerse, las tendencias agresivas y peligrosas de las personas demasiado mezquinas o demasiado incapaces de perdonar a los demás. Tampoco son hábitos mentales inmorales de personas que son demasiado mezquinas para distinguir el bien del mal. En cambio, las fantasías de venganza han demostrado tener una serie de beneficios psicológicos. En un estudio, los soldados experimentaron emociones más positivas cuando imaginaron el sufrimiento de sus superiores (quienes, presumiblemente, habían acumulado algún sufrimiento en los soldados en el pasado). A primera vista, esto puede sonar como una venganza, pero la verdadera lección es cómo estas imágenes mentales afectan nuestro estado de ánimo. Puede ser que las fantasías de venganza sirvan para proteger a las personas contra los sentimientos negativos asociados con la victimización. En un segundo estudio, Markus Denzler y sus colegas realizaron un experimento en el que se les dio a los participantes que se presentaron con un escenario hipotético que describe a un amante infiel la oportunidad de cumplir un objetivo de venganza apuñalando a una muñeca vudú. Hacerlo los hizo menos -no más- agresivos porque sus sentimientos de retribución habían sido confirmados.

En un tercer estudio, Mario Gollwitzer y su colega examinaron qué aspectos de la fantasía de la venganza son tan psicológicamente tónicos. Los investigadores probaron dos hipótesis candidatas: en el primer caso, a las víctimas les puede gustar la venganza porque ven a un ofensor sufrir a través de una actividad desagradable (como tener que mirar y calificar fotografías burdas). En el segundo escenario, las víctimas podrían encontrar la venganza dulce porque los delincuentes en realidad "aprendieron la lección" (en este escenario el delincuente sabía que habían sido asignados a las fotografías burdas por lo que habían hecho mal). Los investigadores descubrieron que no es simplemente presenciar el sufrimiento del delincuente lo que hace sentir bien a la víctima. El verdadero poder de la venganza es enseñar una lección; en el delincuente llegar a comprender, personalmente, que sus acciones fueron incorrectas.

Estos estudios presentan una nueva mirada al viejo concepto de venganza. En lugar de ser un signo de una mente enfermiza, es posible que las fantasías de venganza desempeñen un importante papel de protección para las víctimas. Para estar seguro, representar una venganza y fantasear sobre la venganza son dos cosas muy diferentes. Si te encuentras haciendo lo segundo, sin embargo, no te castigues … Estás perfectamente sano.