Lo que las muertes de celebridades pueden enseñarnos sobre la vida

Los trágicos suicidios de íconos culturales deberían darnos algo en qué pensar.

Para cualquiera que esté atento a las noticias de las celebridades y la cultura pop, esta semana ha sido devastadora. En primer lugar, las ondas de choque se extendieron por la industria de la moda tras el anuncio de la muerte del diseñador Kate Spade por suicidio. Luego, solo unos días después, el mundo supo que el reconocido chef, autor y anfitrión de viajes, Anthony Bourdain, también se quitó la vida. Las redes de noticias y los canales de las redes sociales están zumbando con las cuentas de estas muertes de celebridades, y las reacciones parecen oscilar entre la tristeza profunda y la furia profunda. Incapaces de conciliar sus impresiones sobre estas dos personas con las realidades del suicidio, muchas personas se preguntan cómo estos iconos famosos, exitosos y materialmente ricos podrían tomar la decisión de quitarse la vida. Aunque todos los suicidios dejan un rastro de desesperada pérdida y confusión a su paso, los suicidios de celebridades tienen una huella particularmente palpable.

En una cultura que idolatra a las celebridades y mantiene la fama y la fortuna en lo alto del tótem aspiracional, la idea de que alguien que ha alcanzado esas alturas elegiría terminar con todo es incomprensible. Mirando el panorama de las redes sociales, es fácil ver las fracturas en nuestra comprensión de esta aparente paradoja. Mientras nos lamentamos de manera demostrativa por celebridades como Spade y Bourdain, seguimos elevándonos y obsesionándonos por los demás. Usamos las redes sociales para expresar nuestra tristeza y confusión, y para enviar mensajes de apoyo y esperanza a cualquiera que pueda estar luchando contra la depresión o contemplando el suicidio; sin embargo, este mismo medio está en la raíz de un sentimiento de desilusión, descontento y desconexión que afecta nuestra cultura.

Cuando se trata de suicidio, siempre hay más preguntas que respuestas, y ninguno de nosotros, sin importar qué tan familiarizado esté con el suicidio o la persona que lo realiza, puede comprender por completo el complejo razonamiento de alguien que decide que la vida ya no es vale la pena vivir. Nuestra confusión y devastación pueden ser catalizadores para el crecimiento, ayudándonos a ser una verdadera fuente de apoyo para cualquiera que esté considerando quitarse la vida y permitiéndonos movernos más conscientemente a través de las incertidumbres de nuestras propias vidas. Pero tenemos que estar dispuestos a escuchar y aprender.

Las celebridades, sin importar cuán ricas o famosas sean, están obligadas por la condición humana. Sus circunstancias externas pueden ser excepcionales, pero su experiencia interna es común; ellos sufren y luchan como el resto de nosotros. Están sujetos a las mismas emociones que todos sentimos, y ninguna cantidad de dinero o éxito puede eximirlos de la realidad de vivir una experiencia humana con un cerebro humano. Al igual que el resto de nosotros, las celebridades tienen la tarea de dar sentido a sus vidas y hacer su camino a través de los desafíos que enfrentan. Y aunque podríamos estar inclinados a pensar que su riqueza material y su estatus de celebridad hacen que todo esto sea más fácil para ellos, para algunos puede hacer todo lo contrario. Muchas celebridades han hablado abiertamente sobre la sensación de alienación y falta de sentido que puede venir de lograr tal estado. Llegar a la cima, resulta que puede ser extraordinariamente solitario.

Puede que no podamos relacionarnos con la experiencia de ser rico y famoso, pero ciertamente podemos relacionarnos con ser humano. Y la verdad es que ser humano puede ser difícil, especialmente si creemos que debemos soportar el peso de esa dificultad por nosotros mismos, y aún más cuando creemos que nunca será más fácil. Los suicidios de celebridades son un claro recordatorio de que cuando el mundo interior está angustiado, el mundo material deja de importar. La fama y la riqueza, los logros más importantes de nuestra cultura, no pueden ser la panacea para todos nuestros problemas mundanos si las personas que los alcanzan todavía eligen abandonar este mundo.

Si nos importa, podemos aprender de estas muertes trágicas y transmutar nuestro dolor en acción. Podemos traducir nuestra tristeza y confusión en un sólido sentido de compromiso: ser una fuente de compasión y comprensión para cualquiera que sufre, y abandonar las líneas de pensamiento distorsionadas que nos convencen de que las recompensas externas producen paz y felicidad internas. Mientras publicamos sobre nuestra conmoción y tristeza en las redes sociales, también podemos recordar que debemos buscar y conectarnos con las personas que nos rodean. Podemos crear conexiones auténticas y hacer que nuestras relaciones en la vida real sean una prioridad. Podemos recordar que todos estamos en esta confusa sopa de la vida juntos. Podemos centrarnos en la comprensión de que el sufrimiento es universal, y que pedir apoyo es un poderoso acto de fuerza a través de la vulnerabilidad.