En mis años de escuela secundaria y universidad, fui un procrastinador notorio. Para mí, la procrastinación fue como una droga anti-ansiedad sub-par que proporcionó un respiro breve y breve antes de dejarme con una horrible resaca. Y sin embargo, me tomó un tiempo dejar el hábito.
Para conquistar la procrastinación, tuve que conocerla íntimamente, reconocer su canción de sirena, distinguirla de otras "herramientas" que podía usar, y agregar esas herramientas más efectivas a mi caja de herramientas de "hacer cosas hechas".
¿Qué es (y no es) la procrastinación?
En pocas palabras, la postergación está retrasando o comenzando o completando algo que conscientemente acordamos hacer. No es lo mismo que elegir activamente comenzar un proyecto en otro momento (ya sea porque hay tiempo suficiente o porque los beneficios superan los costos de hacer algo de inmediato).
Además, la procrastinación es diferente de priorizar otra tarea como más urgente y, por lo tanto, atender primero esa tarea. Ser capaz de priorizar es adaptativo.
Finalmente, la procrastinación no está relacionada con lo inteligentes o capaces que somos. Muchas personas muy inteligentes y capaces posponen las cosas.
¿Por qué posponemos?
Poner cosas puede reducir temporalmente nuestra ansiedad sobre una tarea, aliviar el aburrimiento u otros sentimientos desagradables asociados con el trabajo, y puede permitirnos complacer nuestros impulsos para hacer cosas más interesantes. El problema es que, a largo plazo, las personas que posponen las cosas tienden a tener peores resultados en las tareas de lo que lo hubieran hecho de otra manera, y algunas nunca alcanzan sus objetivos. Al final, la procrastinación a menudo crea más problemas de los que resuelve.
Ocho razones comunes por las que posponemos
Algunas de las razones más comunes para la postergación son:
¿Entonces, qué podemos hacer?
La buena noticia es que hay una variedad de cosas que podemos hacer para dejar de postergar y hacer las cosas. Las herramientas comúnmente recomendadas, generalmente utilizadas en alguna combinación, son las estrategias cognitivo-conductuales, la terapia orientada a la perspicacia y las técnicas mente-cuerpo, como las imágenes guiadas, la hipnosis o la meditación de atención plena. Además, una de las estrategias más simples pero más efectivas es dividir objetivos grandes y desalentadores en tareas discretas y manejables. Completar cada tarea nos da evidencia de éxito y disminuye la ansiedad relacionada con el objetivo más amplio.
Estos enfoques pueden ayudar a fomentar una mayor comprensión de lo que se ha estado haciendo para completar las cosas y ayudarnos a interrumpir la cadena típica de pensamientos, sentimientos y comportamientos al sustituir comportamientos nuevos y más efectivos.
Para mí, las estrategias cognitivo-conductuales y la autohipnosis han sido herramientas particularmente efectivas para hacer las cosas. Felizmente pateé el hábito de la postergación, y no lo extraño ni un poco.
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