¿Tienes conversaciones reales?

Aprender a disfrutar conversaciones genuinas requiere bajar la guardia.

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En su mayor parte, rara vez participamos en conversaciones genuinas entre nosotros. Confiamos en las preguntas y respuestas formateadas que intercambiamos entre nosotros, nuestras palabras se asemejan a pelotas de ping-pong que se envían de un lado a otro. Entregamos y analizamos datos entre sí y generalmente dejamos el compromiso más o menos igual que cuando lo ingresamos, guardamos la carga de nueva información. Pero no estamos realmente conversando. No estamos compartiendo nuestro yo verdadero, solo la parte que queremos ver: la parte segura.

Las conversaciones reales requieren nuestra plena participación. Este es el espacio donde dos personas participan en una conversación que se desarrolla. Las conversaciones genuinas invitan al sentido de “nosotros” al espacio donde se desarrolla una realidad participativa. ¿Cómo logramos esta auténtica experiencia de conversación?

Para hacerlo, debemos bajar la guardia. La barrera que construimos para proteger cómo queremos ser vistos impide una conversación auténtica. Las reglas de compromiso socialmente aprendidas nos aíslan cuando nos instruyen en contra de parecer débiles, vulnerables, ignorantes, asertivos o infelices. Estos intercambios traicionan nuestro ser auténtico y frustran nuestro crecimiento, individual y relacionalmente.

Cuando liberamos nuestra necesidad de ser vistos de una manera particular, podemos movernos al espacio entre el otro y yo. En este espacio surge la posibilidad de un despliegue participativo de dos personas donde la conversación no es predecible ni predeterminada.

Este compromiso se mueve mucho más allá del intercambio transaccional de puntos de datos. “¿Qué has estado haciendo?” Pregunta “Oh, estoy tan ocupado con los niños y los planes de vacaciones que no tengo un minuto para salir a tomar aire”. O preguntar: “¿Cómo va el trabajo?” Y usted puede anticipar, “Bastante bien, no puedo quejarme.” El proverbial, “¿Cómo estás?” necesita la automática, “Bien, ¿y tú?” No hay conversación en estos intercambios. Estas transacciones son rutinarias, robóticas y autoprotectoras. Y están deshumanizando.

Para entrar en una conversación auténtica -el reino de la relación participativa- es necesario que deje caer mis defensas y liberar mi armadura. Cuando abrazaré mi vulnerabilidad y permitiré que la conversación entre en el reino de la incertidumbre, se convocarán las posibilidades de un compromiso genuino.

Cuando la conversación entre en un territorio desconocido, no la arrastre al retroceso de lo familiar. Haga una nueva pregunta, una que nunca haya considerado y esté presente para la respuesta. O comparte una parte de ti mismo que has mantenido oculta. En la falta de familiaridad de un nuevo diálogo, ambos han entrado en un espacio sagrado, un espacio que les permite a ambos relacionarse verdaderamente. Una conversación real es una aventura en lo desconocido donde dos personas presentan su ser auténtico, sin protección y acogiendo lo incierto. Aquí es donde esperan nuevas posibilidades.

Esta publicación ha sido extraída en parte del nuevo libro de Mel, The Possibility Principle: cómo la física cuántica puede mejorar la manera en que piensas, vives y amas.