Middle Class America?

¿Cuánto tiempo va a durar?

Uno de los grandes mitos sobre Estados Unidos es que somos una sociedad de clase media. Es decir, la mayoría de nosotros encajamos entre los extremos de la riqueza y la pobreza.

Este mito puede haberse originado con el hecho de que, a diferencia de Europa, y el resto del mundo, para el caso, comenzamos sin aristocracia ni siervos. Esa falta de privilegios heredados o de servidumbre se ha vinculado a varias otras ideas sobre nosotros mismos que también apreciamos, que somos una tierra de oportunidad e igualdad.

Elizabeth Warren, Presidenta del Panel de Supervisión del Congreso y profesora de derecho de Harvard, ha especulado recientemente sobre "América sin una clase media". (SeeHuffington Post) Al describir incisivamente el declive económico de las familias de clase media, señala los siguientes puntos:

Uno de cada cinco estadounidenses está desempleado, subempleado o simplemente sin trabajo.

Una de cada nueve familias no puede hacer el pago mínimo en sus tarjetas de crédito.

Una de cada ocho hipotecas está en incumplimiento o ejecución hipotecaria.

Más de 120,000 familias se declaran en bancarrota todos los meses.

La crisis económica ha eliminado más de $ 5 billones de pensiones y ahorros.

Estos hechos nos obligan a repensar nuestros mitos, particularmente porque están en paralelo con el enorme crecimiento de la riqueza en el otro extremo de la escala. A medida que la clase media se erosiona, nos estamos convirtiendo en un país dividido de ricos y pobres.

Pero la clase no es solo acerca de la riqueza. También se trata de identidad y estado. Estamos familiarizados con algunas familias de clase alta que se han vuelto indigentes pero que han salvado su orgullo y respeto por sí mismos. Por el contrario, muchos han alcanzado grandes riquezas, pero se aferraron a sus estilos de vida de clase media. Warren Buffet es quizás nuestro mejor ejemplo de eso.

Entonces enfrentamos una desconexión desgarradora entre la realidad económica y psicológica. El enfoque mediático, por supuesto, está en los hechos de la economía, pero esta brecha de identidad cada vez mayor es probable que provoque una serie de consecuencias emocionales para aquellos que han sido desplazados: vergüenza y vergüenza al ser expuestos como no lo que creías que eras, humillación por la pérdida del estado, depresión por el fracaso para sentirse como si fuera, y enojo por los que lo causaron.

Pero también corremos el peligro de perder un elemento clave de la identidad nacional. Desigual, sin oportunidad, con nuevos y rígidos límites de clase, no habrá nada especial en nosotros, nada que nos distinga excepto nuestro poder financiero y fuerza militar.

Podría decirse que nuestros mitos han sido ilusiones todo el tiempo, pero han sido un elemento clave en nuestra identidad nacional. Y nos han impedido luchar amargamente entre nosotros.

Hay mucha inercia en la identidad nacional. Se necesita mucho tiempo para que cambie. Pero sin una base en la realidad, no puede durar para siempre.