¡No vaya de compras cuando tenga hambre!

Compras de comestibles

En el capítulo 2 de mi próximo libro sobre comercio, The Consuming Instinct: What Juicy Burgers, Ferraris, Pornography, and Gift Giving Reveal About Human Nature (Prometheus Books, 2011), abordo las elecciones de los consumidores que se relacionan con nuestro instinto de supervivencia. Para los interesados, también abordé este tema en mi libro de 2007 Las Bases Evolutivas del Consumo (capítulo 3). Como se puede imaginar, la comida constituye la opción más obvia para el consumidor relacionada con la supervivencia.

Uno de los estudios relevantes que cito en mis dos libros constituye el tema de la publicación de hoy. Es un estudio "viejo pero bueno" publicado en 1969 que exploró el vínculo entre el hambre situacional y las compras de comestibles. Richard E. Nisbett y David E. Kanouse rastrearon las facturas de supermercado de individuos con "peso normal" (n = 134) y sus contrapartes con sobrepeso (n = 149), y vinculó esto con los niveles de privación de alimentos de los compradores (es decir, medida indirecta del hambre situacional). Hubiera pensado que ambos grupos mostrarían una relación positiva entre el hambre situacional y la factura del supermercado (una instancia de la hipótesis del déficit para el acaparamiento de alimentos), con una relación más fuerte para los consumidores con sobrepeso. Esto no es lo que se encontró, al menos no para los compradores con sobrepeso.

Mientras que para los consumidores no obesos, la relación positiva esperada se confirmó, los consumidores con sobrepeso gastaron menos dinero cuanto más privados de alimentos se encontraban. Los autores argumentaron que para las personas con sobrepeso, las señales apetitivas son menos impulsadas por los estados internos, y como tal su hambre situacional no les hizo aumentar la cantidad de compras de alimentos (aunque otras señales externas podrían). Esto me parece un hallazgo bastante sorprendente, aunque supongo que una de las razones para tener sobrepeso es el hecho de que uno no responde como "apropiadamente" a las señales internas de saciedad o hambre.

La conclusión: los hallazgos para los consumidores de "peso normal" me parecieron estar en línea con las predicciones teóricas, mientras que los de los consumidores obesos fueron ciertamente sorprendentes (para otro estudio que demuestra la relación positiva esperada entre las compras de alimentos y el hambre situacional, ver aquí; para una réplica del efecto "sorprendente" con respecto a la naturaleza diferencial de esta relación para personas obesas y no obesas, ver aquí).

Aquellos de ustedes interesados ​​en el acaparamiento de alimentos pueden desear leer mi publicación anterior sobre comportamientos en un buffet chino (ver aquí).

¡Buen provecho!

Fuente de la imagen:
http://3.bp.blogspot.com/_-7Sk_jU9Uog/SJ8I2YtYVNI/AAAAAAAAArg/-KsFeID8WF…