Sé que no puedo, sé que no puedo

¿Alguna vez has escuchado a un niño decir algo como "Soy terrible en matemáticas" o "Soy estúpido"? ¿Qué tal un niño que generalmente se desempeña bastante bien, pero que a menudo se rinde frente al fracaso? Estas declaraciones y acciones reflejan sistemas de creencias que pueden ser paralizantes para nuestros hijos. ¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a conquistar estas dudas?

Recientemente, tuve una estudiante universitaria que es una excelente estudiante y me dice que es terrible en matemáticas. Cuando discutimos la verdad de su afirmación, se hizo evidente para mí que, de hecho, era bastante capaz de hacer un buen trabajo en matemáticas. Cuando le pregunté cuándo comenzó a creer que no podía hacer matemáticas, al principio se quedó estupefacta. Después de unos minutos de trabajar nuestro camino hacia atrás, se hizo evidente para ella que su maestra de matemáticas de 3er grado la había convencido de que era "mala en matemáticas". Mi alumno interpretó esto como "Eres malo en matemáticas ahora, y siempre lo serás".

En los últimos dos mensajes, hemos examinado los poderosos roles de la esperanza y el optimismo. Parte del desarrollo de la esperanza y el optimismo implica creer que uno puede mejorar. En su excelente libro, "Mindset", Carol Dweck destaca las innumerables formas en que una mentalidad de crecimiento puede beneficiar a las personas en los deportes, la escuela, las relaciones y el trabajo. Dweck describe dos modos de pensar claramente diferentes:

1) Modo de pensar fijo: la creencia de que el talento es fijo; nacemos con un cierto nivel de habilidad y ese talento innato dicta nuestro éxito

2) Crecimiento / mentalidad incremental: la creencia de que el talento se nutre y es maleable; las personas pueden desarrollar y desarrollar sus habilidades

Dweck revisa numerosos estudios que demuestran los efectos positivos de tener la creencia de que uno puede mejorar. Dweck no argumenta que la habilidad es 100% innata o 100% desarrollada; ese debate sobre la naturaleza y la crianza se ha librado durante décadas sin una respuesta simple. Más bien, Dweck argumenta que lo que es crítico es la creencia de que uno puede mejorar. Los niños (¡y los adultos!) Que creen que pueden desarrollar sus habilidades tienen muchas más posibilidades de hacerlo. Como padres, ¿cómo podemos ayudar a inculcar esta mentalidad de crecimiento en nuestros hijos?

En un estudio, Dweck y sus colegas (Blackwell, Trzesniewski y Dweck, 2007) les dijeron a los estudiantes de secundaria que el cerebro es como un músculo que puede desarrollarse y fortalecerse mediante la práctica. ¡Esta explicación simple pero elegante llevó a estos estudiantes a niveles más altos de motivación y mejores calificaciones! Todo lo que mi estudiante necesitaba saber en 3er grado puede haber sido simple: "Puedes aprender matemáticas si trabajas en eso".

Como padres, maestros y entrenadores, tenemos el potencial de impactar a nuestros niños de maneras poderosas. Una de las maneras más simples en que podemos tener un efecto positivo es comunicarle a nuestros hijos que pueden mejorar y que los fracasos temporales son en realidad oportunidades tremendas para el crecimiento personal. ¡Los niños que creen en esta mentalidad de crecimiento serán más felices, psicológicamente más sanos, más motivados y más exitosos!