La polarización psicológica y política son tóxicas

Somos un país políticamente paralizado y polarizado, pero ¿se trata más de nuestras diferentes percepciones psicológicas?

Nuestro sistema político democrático está amargamente dividido. Los políticos que elegimos tienen sentimientos diametralmente opuestos, con puntos de vista extremistas sobre la izquierda liberal y la derecha conservadora. El Congreso está paralizado en un perpetuo estado de conflicto e inacción, y el Tribunal Supremo está dividido en dos partes.

Para que no piense que esto es solo un dilema estadounidense, le recuerdo que la amarga polarización se encuentra en la mayoría de los países desarrollados y democráticos. Otros plagados de amargas divisiones en el gobierno y entre los ciudadanos incluyen el Reino Unido (especialmente con Brexit), Francia, Holanda, Alemania, Italia, Israel, Australia, Corea del Sur, Brasil, Birmania, Argentina, Polonia, Hungría, India … Podría seguir.

Hay problemas únicos en cada uno de estos conflictos, pero el tema principal en estos desacuerdos parece estar a lo largo de un único eje político principal: la izquierda (liberal, progresista) frente a la derecha (conservadora).

Es casi como si la vida se viera a través de dos lentes totalmente diferentes. Podemos ser testigos de la misma escena y, sin embargo, dibujar percepciones totalmente opuestas sobre lo que vemos. (Esto se demuestra vívidamente en la clásica película japonesa Rashomon).

¿Podría ser que este conflicto universal está más allá del ámbito de la política, y que estamos profundamente divididos en dimensiones psicológicas?

Los desacuerdos políticos pueden ser sobre impuestos, gobierno, religión, matrimonios mixtos, género, aborto, inmigración, corrupción, cuidado de la salud u otras áreas sensibles. Pero todo esto provoca fuertes reacciones psicológicas, formadas por sentimientos y pensamientos, y se produce un círculo vicioso con la alimentación psicológica y política mutua.

Los conservadores quieren preservar el status quo y desconfían de los cambios sociales. Desean mantener la estabilidad, el estado de derecho, el orden social, la seguridad, la religión y la tradición. Aunque se sienten cómodos con el poder y la autoridad, les preocupa el tamaño del gobierno y desean una actitud de laissez-faire más hacia los mercados y las elecciones.

Los liberales son más tolerantes con los cambios sociales y cómodos con la diversidad. Quieren que el gobierno tenga un papel importante en la protección de sus ciudadanos contra la pobreza, la contaminación o la explotación corporativa. Apoyan la regulación gubernamental de los bancos, las instituciones financieras, la atención médica y las grandes industrias farmacéuticas.

Pero las reacciones instintivas de la derecha y la izquierda tienen menos que ver con la política, y están dictadas por lo que aumenta o reduce sus ansiedades personales.

Cuando los liberales y los conservadores ven la misma presentación de los hechos, responden de maneras muy diferentes emocional y psicológicamente. Sus niveles de confort interno les indican si sienten o no incomodidades internas o ansiedades (tensión, enojo, tristeza). Sacan conclusiones opuestas (pensamientos, cognición) basadas en cómo se sienten personalmente (estado de ánimo, emociones).

La polarización inherente se alimenta aún más en nuestros niveles actuales de miedo e incivilidad. Es vital que atenuemos el rencor en nuestro cuerpo político y en nuestras vidas psicológicas. Deberíamos buscar formas de facilitar la comunicación honesta entre aquellos con los que estamos en desacuerdo vehemente. Es crucial que se reduzca la percepción de amenaza personal para que la ansiedad y las respuestas de autoprotección se reduzcan, y la adaptación y la cooperación se conviertan en la norma.

La polarización rígida es tóxica para nuestros países y para nosotros mismos. Si pudiéramos establecer objetivos humanos primordiales para fomentar el respeto mutuo, la empatía, la tolerancia y el compromiso a nivel personal, así como en foros nacionales e internacionales, nuestras vidas mejorarían y nuestro mundo personal y público sería mucho más seguro.

Algunos de ustedes podrían pensar que esto es "pastel en el cielo" fantaseando. Pero es mucho más importante que el mero deseo: deberíamos poner tanto énfasis en "Nuestra Huella Emocional" como en nuestra huella de carbono. Debemos luchar por modelos cooperativos de existencia y comunicación tanto en el intercambio personal como político.

Este es un gran desafío para la humanidad, y debería ser nuestro objetivo humano vital y alcanzable. Con buena voluntad, compromiso y fortaleza, podemos lograr vidas personales mejoradas y pacíficas, comunidades y países.