¿Qué pasa en tu mente cuando sientes emociones?

Comprender la emoción es un asunto complicado. La sabiduría aceptada en la teoría de la emoción es que las experiencias emocionales son interacciones emergentes de varios ingredientes, como el aprendizaje previo, la evaluación y los contextos sociales, por nombrar algunos. La emoción emergente es más que la suma de sus partes. Es decir, tendemos a simplificar en exceso las fuentes de nuestras experiencias emocionales. Como resultado, es tentador atribuir nuestra experiencia emocional a una causa específica. Pero podemos equivocarnos con la causa.

Conocimiento almacenado. Las experiencias previas moldean nuestra percepción y le dan sentido a las situaciones actuales. Las experiencias creadas hoy moldean las experiencias futuras. Por ejemplo, puede percibir a una abeja como amistosa o peligrosa según la experiencia pasada o el historial de aprendizaje. Para las personas que han experimentado las abejas como parte de un hermoso jardín, la imagen de una abeja es tranquilizante. Aquellos que han sido picados, con el dolor resultante, la imagen de una abeja puede ser aterradora. En general desconocemos en qué medida nuestro conocimiento previo contribuye a nuestras propias experiencias. Sin embargo, cultivando deliberadamente ciertos tipos de experiencias, debería ser posible modificar nuestros hábitos experienciales.

Las emociones son formas de juicio. Las experiencias emocionales implican crear significado o evaluación. El término "evaluación" significa una evaluación o estimación del valor o naturaleza de algo. La experiencia emocional de una persona generalmente resulta de una interpretación subjetiva de un evento en lugar de en el evento mismo. Diferentes individuos pueden evaluar lo mismo incluso de manera diferente. Por ejemplo, la pena por la muerte de alguien representa un juicio sobre la importancia de esa persona para la persona. Para que una broma sea graciosa, alguien la debe percibir como tal. Cuando no hay evaluación, no hay emoción.

El contexto es importante. El contexto influye en el significado de lo que se percibe y da forma a nuestras emociones. Por ejemplo, encontrarse con un oso (o la serpiente en el camino) en el bosque puede desencadenar altos niveles de vigilancia, como correr para evitar un peligro real o posiblemente luchar por la vida. Por el contrario, ver un oso en un zoológico no representa un peligro para la vida. El contexto también puede explicar por qué para algunas personas ver a un mendigo en la calle puede generar generosidad, pero el conocimiento abstracto de la pobreza no lo haría.

Las emociones ocurren en contextos sociales. El contexto situacional es importante para crear oportunidades para la emoción. Por ejemplo, estar en una relación romántica restringe el rango de emociones que los compañeros experimentarán en cualquier día: si una pareja se siente miserable, también lo hace la otra. Del mismo modo, las personas en relaciones compartidas (compañero de cuarto en la universidad) se sintonizan entre sí. Una explicación es que los socios recogen los estados psicológicos de los demás inconscientemente, por ejemplo, a través del mimetismo.

Cultura. A través del proceso de socialización, los individuos aprenden cuándo y cómo sentir y expresar sus emociones. Por ejemplo, en Zimbabwe, el hecho de que una mujer no dé a luz a un hijo varón es una fuente de graves reacciones depresivas en las mujeres de Zimbabwe. La evaluación de tal falla incluye una declinación seria en el estado social, la indeseable como un compañero de matrimonio, y el divorcio potencial.

En resumen, las emociones son difíciles de verbalizar y es por eso que necesitamos el campo de la psicología. No tenemos acceso consciente al origen de los estados emocionales, por lo que confabulamos sobre la causa. Las atribuciones erróneas suelen desaparecer cuando las personas conocen la verdadera fuente de sus sentimientos.