Las teorías de la conspiración como una forma de creencia religiosa: el caso del 11 de septiembre

Anoche, vi un programa de televisión de National Geographic titulado 9/11: Science and Conspiracy. Mientras escuchaba a los conspiracionistas, me sorprendieron las similitudes entre sus sistemas de creencias y los procesos cognitivos asociados (o la falta de ellos) y los inherentes a las narrativas religiosas. Dejame explicar.

(1) Tanto la religión como las grandes conspiraciones son inmunes a la razón y ambas son impermeables a los estándares probatorios. Independientemente de todas las pruebas en apoyo de lo que realmente sucedió el 11 de septiembre, ya pesar de cualquier evidencia en apoyo de las interminables historias de conspiración (muchas de las cuales son contradictorias entre sí), los conspiracionistas mantienen sus firmes creencias. Incluso cuando una afirmación conspirativa dada (por ej., "El combustible no puede debilitar el hierro") es refutada mediante un experimento científico controlado, la evidencia es descartada como sospechosa, irrelevante, o mejor aún, los experimentadores aparentemente están involucrados en la conspiración.

(2) Tanto la religión como las grandes conspiraciones atribuyen un gran poder a las fuerzas "invisibles". En el caso de las conspiraciones del 11 de septiembre, estos tenebrosos titiriteros son uno de varios grupos posibles, incluido el Nuevo Orden Mundial, el gobierno / complejo militar estadounidense, los Illuminati, los judíos, los sionistas, George Bush (que aparentemente está controlado por un malvado grupo de neoconservadores), compañías petroleras y magnates inmobiliarios (muchos de los cuales son judíos).

(3) Estas fuerzas "invisibles" parecen ser tan omnipotentes como lo son los dioses en las diversas tradiciones religiosas. Por ejemplo, se ha estimado que la versión más básica de los diversos aspectos de las conspiraciones del 11 de septiembre requeriría un nivel de coordinación inimaginable entre al menos varios miles de personas. Increíblemente, ni un solo individuo dentro de la conspiración ha roto el silencio. Tal es el poder de los conspiradores.

La extrema estupidez es legal, sin embargo, me atrevo a decir que en este caso es inmoral. Mientras escribo estas palabras, cerca de 3.000 personas estaban a punto de perder sus vidas exactamente ocho años atrás. Al abrazar tales virulentas tonterías, los conspiracionistas atacan las verdades históricas detrás de este horroroso suceso, y al hacerlo deshonran los recuerdos de todos los que perecieron en esa fatídica mañana.

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