Movimientos de la mano Regale su juego de poker

Esta es la lección: lo que uno piensa que está comunicando depende de una expresión facial. En consecuencia, una cara de póquer es la mirada inexpresiva que no revela nada. Para ganar en el poker, esta idea aconseja, uno debe dominar el control de una cara inexpresiva.

En los torneos mundiales de póker, los mejores jugadores hacen todo lo posible para seguir este adagio. Pero un estudio reciente publicado en Psychological Science por Michael Slepian y sus colegas en la Universidad de Stanford sugiere que incluso aquellos con la cara de póquer más cara de piedra aún regalan el juego. No lo hacen por sus expresiones faciales, sino con sus manos.

El profesor Slepian mostró a sus estudiantes videos cortos. Algunos representaron jugadores de la mesa; otros solo la cara; otros solo los brazos y las manos. Lo que encontró fue que los estudiantes juzgaban mal la mano de un jugador cuando se le mostraba solo la cara. Estadísticamente, cuanto mejor un estudiante juzgaba la mano, peor era en realidad.

Cuando la postura completa de un jugador era visible, el error de juicio desaparecía: Ver todo lo relacionado con un jugador de la mesa no conducía a una correlación entre el juicio de una mano y su valor real. Sin embargo, cuando un estudiante podía ver solo brazos y manos, el Profesor Slepian encontró una correlación positiva de 0.07 entre las suposiciones y la realidad. Esto es extremadamente débil.

Incluso los estudiantes que eran principiantes de póquer podían juzgar la calidad de las cartas de un jugador profesional por el comportamiento de sus manos. La pregunta era, ¿cómo? De estudios anteriores, el profesor Slepian sabía que la ansiedad tiende a alterar los movimientos suaves del cuerpo, y sospechó que esta podría ser la explicación. Mostró a un nuevo grupo de voluntarios los videos que había usado en el experimento anterior. En lugar de pedir que se juzgue la calidad de las cartas de un jugador, sin embargo, les pidió que calificaran la confianza del jugador o la suavidad con que el jugador metió sus fichas en el centro de la mesa.

Descubrió que cuando los alumnos clasificaban a los jugadores como personas seguras o que tenían manos que se movían sin problemas, era probable que las cartas que tenían fueran buenas. Una correlación positiva de 0.15 se mantuvo cuando los estudiantes consideraron la confianza, y 0.29 cuando buscaron un movimiento suave. Eran más capaces de determinar la calidad de la mano a partir de estas variables que cuando se les pidió que la estimaran directamente.

La moraleja es: no mire directamente a su oponente a los ojos si quiere saber qué tan buenas son sus cartas. El secreto de su mano yace en sus manos.